«Obviamente, existe el número que no es de emergencia al que la gente puede llamar para informar problemas, si así lo desean«, dijo el ministro Kit Malthouse al programa ‘Today’ de la BBC Radio 4. «Si la gente está preocupada, si cree que hay una infracción, entonces esa opción está abierta para ellos«.
Esta semana entró en vigor la llamada ‘regla de los seis’, de manera silenciosa y con pocos anuncios oficiales. Literalmente prohíbe las reuniones sociales de más de seis personas si no son del mismo hogar.
Aquellos que infrinjan esta norma se enfrentan a multas de entre 100 y 3200 libras esterlinas, mientras que cualquiera que sea anfitrión de una fiesta en casa enfrenta un castigo de hasta 10.000 libras.
El ex juez de la Corte Suprema británica, Lord Jonathan Sumption, advirtió que las nuevas regulaciones son «inaplicables», y señaló que la única forma en que el plan funcionaría es si se forma una red «al estilo de la Stasi» de «fisgones e informantes».
Hay ejemplos mucho mejores que el utilizado por Lord Sumption, como por ejemplo la campaña oficial del fascismo italiano, que animaba a delatar comunistas, o las del nazismo, que pedía a los hijos que denunciaran a sus padres si colaboraban con la resistencia.
El exlíder del partido conservador, Iain Duncan Smith, también señaló que “pedir a la gente que se espíe entre sí no es una situación particularmente buena”.
A principios de la pandemia, la policía estableció también líneas directas para permitir que las personas delataran a quienes no cumplían con las reglas de distanciamiento social.
En España e Italia, los programas de televisión y diferentes medios han animado a la gente a delatar a los que infringen las reglas de la «nueva normalidad».
Pero nos quedamos con esta anécdota. Cuando el alcalde de Nueva York, Bill de Blasio, intentó una estratagema similar con una «línea directa», los residentes la inutilizaron inundándola con fotos de pollas y memes de Hitler.