El primero es una revelación dada a conocer por The Guardian que muestra la manipulación y destrucción de pruebas.
Esta revelación indica que el coronel estadounidense que dirigió el tribunal, James Pohl, habría conspirado con el fiscal para destruir pruebas y manipular el proceso relativo a los atentados.
Su objetivo era el impedir que la defensa hiciera su trabajo con respecto a un presunto cómplice de los ataques, Jalid Sheij Mohammad, según los documentos del caso.
Pohl habría “actuado en colaboración con el fiscal y manipulado los procedimientos secretos” y, de creer el documento, habría permitido destruir pruebas.
El acusado no pudo recurrir ni siquiera a los servicios de sus abogados. Estos últimos indican que varias maniobras secretas les impidieron oponerse a esta destrucción de pruebas. Los documentos no precisan qué pruebas fueron destruidas. Algunos de estos documentos continúan clasificados.
El tribunal militar que preside Pohl no planea hacer públicas las grabaciones de audio de la cabina de uno de los aviones que los terroristas habían desviado a fin atacar Washington. Esto podría haber tenido una influencia considerable en los resultados de la investigación.
El avión que, según las autoridades norteamericanas, iba a estrellarse contra un importante sitio cultural o un edificio público, cayó antes de alcanzar su objetivo y no causó más víctimas que los pasajeros y los miembros de la tripulación.
Se trata del único registro sonoro que fue conservado después de los atentados.
Ryan afirmó que la prohibición de la difusión pública de la grabación continuará en vigor hasta que el gobierno la remita a los abogados que defienden a los presuntos terroristas.