El primero ya tenía un precio de cinco millones, que fue aumentado ayer.
A finales del acuerdo “de paz” de 2016 entre el gobierno de Bogotá y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), 13.000 excombatientes fueron desarmados y los renegados se transformaron en un partido político.
El gobierno de Colombia calcula el número de combatientes activos de las FARC en 2.300, capitaneados por Márquez, que era el número dos de la organización y su principal negociador.
En agosto Márquez anunció que tomaba las armas de nuevo para unirse a ellos, como ya lo había hecho Jesús Santrich. Este último había pasado a la clandestinidad el año pasado cuando Estados Unidos exigió su extradición.
El jefe de la diplomacia de Estados Unidos, Mike Pompeo, lanzó una acusación típica contra ambos: tráfico de drogas y apoyo al gobierno de Venezuela.
Actualmente el grupo guerrillero opera sin un comando unificado, según el gobierno de Bogotá.
El miércoles en una operación contra las FARC en el centro de Colombia, seis soldados murieron y ocho resultaron heridos al caer en una emboscada, según anunció el ejército.
La operación se llevó a cabo en el municipio de La Macarena, en el departamento del Meta (centro), según el comunicado del ejército. «Los soldados heridos fueron atendidos por el personal médico de la unidad y evacuados por avión», dijo el ejército, prometiendo «investigaciones» para «determinar las circunstancias» que llevaron a la muerte de los soldados.
El país sudamericano sigue viviendo una guerra de guerrillas que, en más de cincuenta años, se ha cobrado casi nueve millones de víctimas, muertos, desaparecidos y desplazados.