Este hecho indica que Hezbollah es una de las fuerzas de choque más importantes de la guerra de Siria y que está haciendo acto de presencia en primera línea de fuego.
Su determinación la puso de manifiesto Nasrallah, su máximo dirigente, cuando hace unas semanas los rusos anunciaron el repliegue de su fuerza aérea: ellos no están dispuestos a abandonar Siria bajo ninguna circunstancia, ni siquiera si Irán también abandona el campo de batalla.
El objetivo inmediato de Hezbollah es aplastar a lo que ellos califican como fuerzas “takfiríes”, esto es, tanto el Califato Islámico como Al-Qaeda / Frente Al-Nosra. El objetivo mediato es dotar a Hezbollah de un verdadero ejército capaz de hacer frente al imperialismo y al sionismo en Líbano, que es tanto como decir en la pieza maestra de Oriente Medio.
La guerra de Siria tiene, pues, ese aspecto estratégico de tal manera que, cualquiera que sea el desenlace de la misma, es un fenómeno irreversible que kurdos y chiítas saldrán de ella con sendos ejércitos experimentados y con una capacidad de combate demostrada.
Para hacer frente a Hezbollah, la Unión Europea la ha incluido en su listado de organizaciones terroristas, aunque de la manera estúpida en que se hacen las cosas en Bruselas: han inventado que Hezbollah tiene una rama política y otra militar, para ilegalizar sólo a esta última.
Lo mismo ha llevado a cabo este año, como un sarcasmo, Arabia saudí, seguida de los países del Golfo y de la Liga Árabe, por lo que Hezbollah podría correr la misma suerte que el Califato Islámico, padeciendo una campaña militar internacional encabezada por Israel.
Por su parte, en diciembre del pasado año Estados Unidos promulgó una ley para embargar los haberes de la organización en todo el mundo y para supervisar que sus leyes se cumplan en el mundo entero, el secretario del Tesoro Daniel Glaser viajará a Beirut a finales de este mes para entrevistarse con sus vasallos locales.
¿Quién dijo que Estados Unidos no lucha contra el terrorismo? Al más puro estilo gringo, disponen incluso de una política financiera, la OFAC (Oficina de Control de Haberes en el Extranjero), que el mes pasado dictó las órdenes oportunas sobre la manera en la que se debe llevar a cabo el embargo contra 99 personas y sociedades que en todo el mundo van a ser sancionadas por colaborar en la financiación de Hezbollah.
Dicho y hecho. El presidente del Banco de Líbano, Riad Salamé, se levantó de su sillón como un resorte para cumplir las órdenes que le llegan de Washington. El 3 de mayo aprobó una circular para hacer cumplir en Líbano el embargo ordenado por Estados Unidos, aunque matizó públicamente que los honorarios de los diputados de Hezbollah no están sometidos al embargo.
A pesar de ello, el bloque parlamentario “Fidelidad a la Resistencia” que encabeza Hezbollah ha pasado al ataque contra Salamé, e incluso ayer explotó un artefacto en una sucursal del Banco.
En Líbano los partidos políticos y la prensa se lamentan del atolladero en el que les ha metido Estados Unidos, pero a la hora de elegir un enemigo contra quien cargan es contra Hezbollah. El director del Banco se lamenta… No quiere embargar, pero “no tiene más remedio” porque tiene que proteger al sistema financiero libanés que “vive gracias a los intercambios con los bancos americanos”.