No puede terminar la frase porque el policía le golpea con la porra en la cabeza y en un francés nada académico le dice en traducción muy libre por nuestra parte: “Una cosa por la otra: ¡no haces más que golpearme la cabeza con tus consignas!” añadiendo acto seguido: “¡Sucio izquierdista!”
Ese humor aquí es impensable por dos motivos: 1) la policía no pega a los manifestantes, 2) aún en el supuesto hipotético de que ocurriera alguna vez, los tribunales no permitírían un chiste así, cerrarían el periódico y meterían a los humoristas en la cárcel.
Por eso en España no hay presos políticos, ni de conciencia (en realidad ni siquiera hay conciencia de ningún tipo).