El gobierno laborista británico está al borde de la revuelta interna

La situación económica de los países europeos es para echarse a llorar, como lo demuestran los presupuestos británicos: recortes masivos del gasto público, subidas de impuestos, jubilaciones a los 74 años… Es lo mismo en todas partes y lo peor es que esa política económica no sirve para nada.

El primer ministro Keir Starmer y su ministra de Hacienda, Rachel Reeves, se mueven con los pies de plomo, a pocos meses de la tan esperada presentación de su plan para sanear las finanzas públicas.

Los rumores sobre la posible salida de la ministra de Hacienda del gobierno laborista llevan semanas creciendo. Los Presupuestos anteriores, a pesar de las subidas de impuestos sin precedentes, no lograron sanear las cuentas.

Reino Unido tuvo que endeudarse más de lo previsto en junio: 20.700 millones de libras, 4.000 millones más de lo previsto y un aumento de 6.600 millones de libras en comparación con junio del año pasado. Es la segunda cifra más alta para un mes de junio, después de junio de 2020, marcado por los confinamientos de la pandemia.

El aumento del endeudamiento público está parcialmente relacionado con el aumento de los pagos de intereses debido al repunte de la inflación (3,4 por cien en mayo), ya que una parte de los bonos (“gilts”) están indexados a las variaciones de precios. Sin embargo, la Oficina Nacional de Estadística (ONS) también cita los aumentos salariales concedidos a los funcionarios del sector público y el aumento vertiginoso del gasto en pensiones.

El endeudamiento se esté disparando en comparación con el año pasado hay que interpretarlo como una señal de que el gobierno ha perdido el control de las finanzas públicas. Tras la publicación de este indicador, la rentabilidad de los bonos del Estado a 10 años subió brevemente hasta el 4,645 por cien.

En 2022 la primera ministra Liz Truss se vio obligada a dimitir tras presentar un ambicioso “minipresupuesto” que generó pánico entre los especuladores. En aquel momento, los tipos de interés británicos se dispararon, obligando al Banco de Inglaterra a intervenir.

Reino Unido se encuentra entre los países con mayores deudas. La Oficina de Responsabilidad Presupuestaria (OBR), organismo independiente encargado de analizar las finanzas públicas, señala que Reino Unido ocupa el sexto lugar en términos de deuda, el quinto mayor déficit (4,5 por cien del PIB) y el tercer mayor coste de financiación entre las 36 economías avanzadas.

Las finanzas públicas se encuentran en una trayectoria insostenible y es probable que la deuda alcance el 270 por cien del PIB para 2070 si no se toman medidas significativas para frenar la espiral.

Esta semana, Keir Starmer envió un mensaje desmoralizador desde la Cámara de los Comunes: “Es el mayor fracaso de los últimos 14 años [de gobierno conservador]: no hemos tenido una economía con un crecimiento significativo”, declaró, mientras que se espera que el crecimiento británico se mantenga este año en un 1 por cien.

Por su parte, Rachel Reeves no descartó subir los impuestos, pero Pat McFadden, otro miembro del gobierno, aseguró que el ejecutivo cumplirá su promesa de no aumentar el impuesto sobre la renta, el IVA ni las cotizaciones de los trabajadores.

En el tajo hasta los 74 años

Rachel Reeves quiere aumentar la edad de jubilación (actualmente es de 66 años y se prevé que alcance los 67 años para 2028), en un momento en que el coste de las pensiones públicas ha aumentado del 2 por cien del PIB a mediados del siglo pasado al 5 por cien actual y se prevé que supere el 7 por cien para 2070.

Mantener las pensiones en su nivel actual exigiría elevar la edad de jubilación a los 74 años en 2065 para mantener el nivel de vida actual de los jubilados.

El gobierno laborista necesita encontrar entre 15.000 y 25.000 millones adicionales para garantizar el cumplimiento de sus dos reglas de equilibrio presupuestario para 2029. Una de ellas estipula que el gasto corriente debe financiarse con los ingresos corrientes, mientras que la otra establece el objetivo de reducir la deuda del sector público como porcentaje del PIB.

Keir Starmer se enfrenta a una revuelta dentro de su propio partido. Su ministra, Rachel Reeves, ya se ha visto obligada a abandonar 6.250 millones de libras en recortes presupuestarios para evitar fracturar la mayoría laborista. El riesgo es una moción de censura al Primer Ministro y la posible convocatoria de nuevas elecciones.

En los últimos días Keir Starmer ha tenido que dar marcha atrás en su proyecto de ley para recortar las prestaciones por discapacidad, tras observar la oposición de casi un tercio de los diputados laboristas. Keir Starmer también anunció recientemente el abandono de su plan para abolir el subsidio universal a la calefacción para los pensionistas. Esto debería contener la rebelión… al menos de momento.


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