El fondo marino como nuevo teatro de guerra

No cabe ninguna duda que la voladura de los gasoductos Nord Stream en el Mar Báltico fue obra de Estados Unidos. El lugar del ataque está cerca de la isla de Bornholm, en territorio de Dinamarca, donde, históricamente, desde la Guerra Fría, la OTAN dispone de dispositivos para vigilar, primero a la Unión Soviética y ahora a Rusia.

Los radares vigilan el aire, el mar y los fondos marinos. Desde la década de los cincuenta un radar administrado por los militares daneses registra los vuelos soviéticos y rusos en la región, con un alcance de 470 kilómetros a la redonda.

Desde agosto el ejército estadounidense realizaba maniobras Baltops 22 cerca de la isla, dice la prensa alemana (1). El 23 de septiembre un grupo de asalto anfibio de la Armada partió del Mar Báltico, formado por los grandes buques de desembarco Kearsarge, Arlington y Gunston Hall. Albergaban un batallón de infantería de la Marina de Guerra de hasta 2.400 efectivos, así como una unidad de fuerzas especiales (2).

Las explosiones submarinas fueron equivalentes a “cientos de kilogramos” de TNT, según un informe oficial de Suecia y Dinamarca presentado el viernes al Consejo de Seguridad de la ONU. “La magnitud de las explosiones se midió en 2,3 y 2,1 en la escala de Richter, respectivamente, lo que probablemente equivale a una carga explosiva de cientos de kilogramos”, dijeron los dos países escandinavos en una presentación a la ONU. “Toda la información disponible indica que estas explosiones fueron el resultado de un acto deliberado”, escribieron Suecia y Dinamarca en su carta al Secretario General, Antonio Guterres, sin nombrar a Estados Unidos como responsable.

Es imposible que un submarino de tamaño convencional esté detrás de una operación así. Las tuberías gravemente dañadas se encuentran a una profundidad estimada de entre 70 y 80 metros, todavía accesible para los buzos de las fuerzas especiales capaces de alcanzar los 80 metros. También es posible que las tuberías hayan sido dañadas por minas móviles (torpedo especial, mina merodeadora) detonadas desde la superficie o un submarino o por un temporizador, o incluso por un dron operado a distancia desde la superficie o un submarino. Los rusos y los estadounidenses tienen una serie de capacidades ofensivas para llevar a cabo este tipo de operaciones, tanto en el mar como en tierra.

En los años ochenta, cuando aún existía la URSS, Reagan firmó una orden ejecutiva que permitía el sabotaje de los gasoductos que vinculaban a Rusia con Europa y en 1982 la CIA saboteó el gasoducto transiberiano Urengoy Pomary Uzhhorod provocando una gigantesca explosión, equivalente a tres kilotones de TNT. Mediante un programa informático provocaron un exceso de presión sobre la tubería.

Este tipo de operaciones navales aumentarán en el futuro. Desde la Guerra Fría, Estados Unidos tiene una sólida experiencia en operaciones realizadas en y desde el fondo del mar.

Durante la Guerra Fría el sistema Sosus (Sound Surveillance System), una red estadounidense de hidrófonos pasivos diseñados para detectar submarinos y barcos, proporcionó una valiosa información acústica sobre las actividades navales soviéticas, incluso cerca de las costas rusas. En la actualidad, la Marina de Guerra de Estados Unidos opera una flota de dos buques cableros y seis buques oceanográficos.

Según el Departamento del Ejército, estos barcos, todos ellos dotados de potentes sondas multihaz, pueden operar con drones submarinos, capaces de operar a profundidades de hasta 6.000 metros. La creciente competencia con Rusia, que está ganando poder en el campo del control de los fondos marinos, y China, que está invirtiendo masivamente en este campo, ha llevado a Estados Unidos a reavivar sus esfuerzos para desarrollar un nuevo tipo de drones submarinos.

La Marina estadounidense ha modernizado su sistema de detección acústica, ahora llamado Sistema Integrado de Sonido Submarino (IUSS), y está desarrollando proyectos para disponer de una gama completa de drones submarinos, compatibles con los portaaviones existentes o futuros.

El control de los fondos marinos también es una parte integral de la estrategia naval rusa, con especial énfasis en la detección submarina y el uso de drones. La Dirección Principal de Investigación de los Fondos Marinos (GUGI) la creó la URSS en 1965 y depende directamente del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Rusia. Reúne todos los recursos para investigar e intervenir en el fondo marino hasta una profundidad de 7.000 metros y utiliza una gama completa de recursos que incluye submarinos de intervención que operan desde otros submarinos, buques hidrográficos y oceanográficos, pero también minisubmarinos tripulados y drones.

Al igual que Estados Unidos, Rusia apuesta por el desarrollo de drones pesados para garantizar misiones de combate submarino, principalmente en los nuevos espacios marítimos del Extremo Norte.

Los sistemas rusos de propulsión por pila de combustible o energía nuclear permiten a los drones operar durante más de un mes. En 2018 Putin anunció el desarrollo del sistema Poseidón, un torpedo de propulsión nuclear con un alcance de 10.000 kilómetros, que llevaría una carga nuclear. El nuevo megasubmarino encargado en julio, el Belgorod (184 metros de longitud), puede transportar hasta ocho Poseidones.

(1) https://www.ndr.de/nachrichten/schleswig-holstein/US-Navy-zeigt-Flagge-in-der-oestlichen-Ostsee,usnavy102.html
(2) https://www.interfax.ru/world/865188

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