En la conversación hablan el director del departamento europeo del FMI, Paul Thomsen, y la jefa de la misión del mismo organismo para Grecia, Delia Velkouleskou. En la impunidad de quien cree que nadie escucha, los buitres del FMI discuten la manera de presionar a la Unión Europea y,en especial, a Alemania para que tome la iniciativa de declarar la quiebra de Grecia.
En la preparación de dicha declaración se diría que los planes de rescate han fallado, a pesar de las ingentes cantidades de dinero invertidas para impedirlo.
La declaración tendría en cuenta los planes de Gran Bretaña de abandonar la Unión Europea, es decir, que se trata de una reestructuración a fondo del capital monopolista europeo que mantendría dentro sólo a los países capaces de seguir la estela de Alemania.
“Sería una catástrofe”, dice Velkouleskou en un momento de la conversación, a lo que Thomsen añade que esa catástrofe es necesaria para forzar a los protagonistas a tomar una decisión.
Sin embargo, dicha decisión se podría demorar por el referéndum británico para abandonar la Unión Europea, también previsto para finales de junio.