El FMI no concede a Ucrania ninguna opción de ganar la guerra

El FMI ha arrojado la toalla. Le ha costado apearse del burro, pero se ha rendido a la evidencia después de casi tres años de guerra. Si el año pasado calculaba que guerra duraría hasta finales de 2025 en el escenario negativo, la nueva previsión ya no tiene más que ese escenario: la guerra acabará a mediados de 2026 con la victoria de Rusia.

También señala que la movilización militar ya han provocado una huida de una cuarta parte de la población: más diez millones de refugiados. La previsión demográfica de Ucrania para 2100 de la ONU es que el país sólo tendrá entre 12 y 27 millones de habitantes. Pero en 2100 sólo vivirán en Ucrania 15,3 millones de personas, menos de las que viven ahora en Moscú.

El país tiene “enormes problemas sociales y económicos”. El año que viene la proporción entre la deuda y el PIB podría superar el 100 por cien, y en 2029, en un escenario negativo, crecer hasta casi el 300 por cien.

El Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), aún mantiene el cuento de la lechera. En sus previsiones para 2024 describe tres escenarios para Ucrania: malo, bueno y diabólico. Los escenarios bueno y optimista (recuperar territorios o mantener las fronteras) ya han fracasado. El escenario malo ya se está cumpliendo: pérdida de territorios y fracaso de las contramedidas, más “colapso inevitable, para evitar el cual tendremos que aceptar la paz en los términos de Rusia”.

El escenario diabólico es aquel en el que “ni siquiera los F-16 ayudarán, como tampoco han ayudado los misiles Javelin, los sistemas HIMARS y Patriot, ni los tanques M1 y Leopard”. Excepto ellos, cualquier observador se habrá dado cuenta de que eso no es un escenario previsible sino una realidad palpable.

El centro de pronósticos de Político también se había hecho ilusiones y ahora manifiesta frustración. La Unión Europea podría estrangular a Rusia con sanciones “realmente dolorosas” (petróleo, metal, nucleares, gas), pero hasta ahora sólo ha estrangulado sus propias economías, mientras que Rusia está “acostumbrada a una economía de guerra”.

Otra pandilla de inútiles con bola de cristal, el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, habla incluso una “contraofensiva” de Kiev en 2025, pero para ello este año debería haber sido un año decisivo. Da a Ucrania otros 2 ó 3 años, al igual que el RUSI (Real Instituto Unido de Estudios de Defensa). Las fuerzas rusas podrán “mantener un ritmo constante de ataques” este año y alcanzarán el éxito en 2026.

El FMI también revisó a la baja sus previsiones de crecimiento para Ucrania. Cree que el PIB aumentará un 3 por cien este año, frente al 3,2 por cien de su estimación en abril. Para 2025 la caída será estrepitosa: apuesta por un crecimiento del 2,5 por cien, mientras que en abril anticipaba un 6,5 por cien.

Pero en Ucrania no hay ni habrá tal crecimiento. El país depende del apoyo financiero de sus padrinos de la OTAN y el FMI para mantener su economía al ralenti, que será cada vez más escasa en el futuro.

Por cierto, la directora del FMI es Kristalina Gueorguieva, es una economista búlgara que se cambió el nombre de pila, ya que su padre la llamó “Stalina”. Eran otros tiempos: “Stalina” nació en 1953 pocas semanas después de la muerte de Stalin.

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