Tras una larga investigación, el asesor especial Robert Mueller acusó a Rusia de “hacer esfuerzos múltiples y sistemáticos para interferir en nuestras elecciones” y dijo que esta incursión “merece la atención de todos los estadounidenses”.
Pero los investigadores del FBI afirman que su antiguo jefe no sintió la misma preocupación cuando descubrió los múltiples esfuerzos sistémicos del gobierno saudí para ayudar a los secuestradores a prepararse para los ataques del 11 de septiembre [de 2001], una operación mucho más grande, por no mencionar la mortífera influencia extranjera en Estados Unidos.
Como jefe del FBI en ese momento, dicen que Mueller no estaba tan interesado en investigar esta conspiración de espionaje, que también involucraba a agentes de inteligencia extranjeros. Lejos de ello, el expediente muestra que ocultó pruebas que apuntaban a la embajada saudita y a Riad, y que incluso puede haber engañado al Congreso sobre lo que sabía.
Las víctimas del 11 de septiembre están de acuerdo. “Él fue el maestro a la hora de cubrir el papel del reino en los ataques del 11 de septiembre”, dijo Sharon Premoli, que fue sacada de entre los escombros del World Trade Center hace 18 años.
“En octubre de 2001 Mueller puso fin a la investigación del gobierno después de sólo tres semanas, y luego participó en la campaña de Bush para bloquear, oscurecer y, en general, impedir que todo lo relacionado con Arabia saudí fuera conocido”, añadió Premoli, ahora demandante en el juicio del 11 de septiembre contra Arabia saudí.
De hecho, Mueller bloqueó el camino de los propios investigadores que trabajaban en el caso del 11 de septiembre, a la vez que facilitaba la fuga de los sospechosos saudíes, me dijeron varios funcionarios del caso. Luego ocultó las pruebas que sus agentes pudieron descubrir, según el juicio del 11 de septiembre de 2001 contra los saudíes.
A los agentes se les dijo repetidamente que siguieran la pista de la embajada del Reino en Washington, así como de su consulado en Los Ángeles, donde el ex agente del FBI Stephen Moore dirigió un grupo de trabajo el 11 de septiembre sobre los contactos locales realizados por dos de los 15 piratas aéreos saudíes, según testificó el propio Moore en una declaración jurada para el juicio del 11 de septiembre. Concluyó que “el personal diplomático y de inteligencia saudí proporcionó a sabiendas apoyo material a los dos secuestradores y facilitó la conspiración del 11 de septiembre”. Sin embargo, a él y a su equipo no se les permitió entrevistarlos, según dijo en el juicio.
En Washington, el ex agente del FBI John Guandolo, que trabajó en casos de terrorismo desde la oficina de Washington D.C., dijo que el entonces embajador saudí, el Príncipe Bandar, “debería haber sido tratado como un presunto terrorista” por dar dinero a una mujer que financió a dos de los piratas del 11 de septiembre. Pero tampoco fue interrogado nunca, dice Guandolo.
En cambio, Mueller forzó lo que Guandolo llamó una “petición escandalosa” de Bandar en los días posteriores a los ataques para ayudar a evacuar a docenas de funcionarios saudíes del país, incluyendo al menos a un pariente de Osama Bin Laden que estaba en la lista de vigilancia terrorista. Mueller aseguró su evacuación segura al avión utilizando agentes como escoltas personales, según documentos del FBI obtenidos por Judicial Watch. Los funcionarios que deberían haber interrogado a los saudíes actuaron como sus guardaespaldas.
En 2002 Mueller impidió que los agentes detuvieran al religioso saudí de Al-Qaeda que asesoraba en privado a los secuestradores, dijo Raymond Fournier, un agente de la Fuerza de Tarea Conjunta contra el Terrorismo en San Diego en ese momento. “Fue responsable de la cancelación de la orden de detención de Anwar Al-Awlaki por falsificación de los pasaportes”, dijo Fournier. Incluso ordenó a los agentes que retenían al fanático en el aeropuerto JFK [de Nueva York] que lo pusieran bajo la custodia de un “representante saudí”, dijo Fournier. El FBI ha cerrado su investigación sobre Awlaki, a quien se le permitió salir de Estados Unidos en un avión saudí. “Poco después tuvo lugar el tiroteo en Fort Hood y las huellas dactilares de Awlaki estaban por todo el escenario”, dijo el ex agente del FBI Michael Biasello, quien ayudó a trabajar en el caso de terrorismo de Texas.
Al mismo tiempo, Mueller impidió que un agente experimentado investigara una pista de que un asesor de la familia real saudí se había reunido con algunos de los secuestradores saudíes en su casa de Sarasota, Florida, cerrando así el atestado. La casa fue abandonada de repente dos semanas antes del 11 de septiembre.
Mueller incluso intentó detener una investigación del Congreso sobre los secuestradores saudíes y sus contactos en Los Ángeles y San Diego, dijo Bob Graham, quien dirigió la investigación conjunta como presidente del Comité de Inteligencia del Senado. “Las objeciones más fuertes a la visita de sus investigadores a las oficinas del FBI vinieron del propio director del FBI”, dijo Graham en una entrevista con la revista Harper’s en 2017. Entre otras cosas, Mueller rechazó sus solicitudes de entrevistar a un confidente pagado del FBI que durmió con los secuestradores e incluso los trasladó a una casa segura donde no pudieron encontrarlo, dijo Graham. Mueller, junto con la Casa Blanca, escribió 28 páginas detallando los vínculos entre Arabia saudí y el 11 de septiembre en el informe del Congreso.
También testificó ante el Congreso, de una manera que, como mínimo, cabe calificar de engañosa. En una audiencia a puerta cerrada en octubre de 2002, Mueller declaró que sólo había sabido de la existencia de vínculos con el 11 de septiembre de 2001 como resultado del trabajo conjunto de investigación: “Algunos hechos se revelaron a mí aquí que, francamente, no se conocían anteriormente”. Pero Moore dijo que en 2001 le informó a Mueller diariamente sobre tales conexiones.
Mueller también declaró que ninguno de los secuestradores contactaron con ningún simpatizante terrorista conocido en Estados Unidos, a pesar de que los propios archivos del FBI mostraban que habían estado en contacto con al menos 14 sospechosos de terrorismo en Estados Unidos antes del 11 de septiembre, incluyendo algunos que trabajaban para el gobierno saudí.
Mientras los medios de comunicación de Beltway retrataban a Mueller como un ex marine cuya integridad es tan cuadrada como su mandíbula en forma de linterna -un policía que no puede ser corrompido-, otros saben mucho más.
“Es un villano y un arrogante”, dijo el ex agente del FBI Mark Wauck, quien agregó que su ex jefe tiene una larga historia como “servidor del Estado profundo”, o de la clase dominante permanente de Washington.
Un portavoz de Mueller se negó a hacer comentarios. Pero algunos agentes dicen que sólo seguía órdenes de la Casa Blanca.
El ex agente Mark Rossini dijo: “Los saudíes fueron liberados gracias a la Casa Blanca”. Todavía puedo ver la foto de “Bandar y Bush disfrutando de puros en el balcón de la Casa Blanca dos días después del 11 de setiembre”.
Otros notan la hipocresía de Mueller al atacar al presidente Trump por conspirar con un enemigo extranjero.
“Al final, Mueller no investigó a los implicados en los atentados del 11 de septiembre que estaban vinculados al gobierno saudí”, dijo un ex funcionario de contrainteligencia de Estados Unidos. “Tal vez si fueran rusos, estaría interesado. Pero no estaba interesado en investigar a los terroristas [saudíes] que asesinaron a los estadounidenses”.
https://nypost.com/2019/09/07/robert-mueller-helped-saudi-arabia-cover-up-its-role-in-9-11-attacks-suit/