El asalto se ha producido en San Francisco, Washington y Nueva York, donde el FBI ha tomado posesión de otros tantos edificios que, con excepción del de Nueva York, que es alquilado, son propiedad de Rusia, desde los viejos tiempos de la URSS.
En Estados Unidos prosigue, pues, la histeria antirusa y Trump demuestra que no se detiene ante nada. Antes del asalto la Casa Blanca dio un plazo de tres días para que Rusia procediera al cierre a los tres consulados y los funcionarios apenas tuvieron tiempo de hacer la mudanza.
La orden de cierre significaba que los edificios perdían su inviolabilidad diplomática y, además, que Rusia no podría hacer uso de ellos en lo sucesivo para otros fines, al margen de los consulares.
A Estados Unidos la legislación internacional le importa un bledo y la interna también, porque el FBI tampoco tenía una orden judicial de entrada y registro, es decir, que se trata de un acto de pillaje “por la cara” en el que incluso han sido las viviendas privadas de los funcionarios diplomáticos y consulares, los conductos de ventilación, los tejados, los desagües…
Oficialmente el FBI buscaba explosivos. Es como decir que los diplomáticos rusos acreditados en Estados Unidos son unos terroristas. La falta de noticias sobre el allanamiento pone de manifesto que el registro fue negativo: no había ni explosivos ni nada. Pero los del FBI siguen ocupando los edificios y en la Secretaría de Estado en Washington dicen que quieren recomprar los edificios. Lo que no se sabe es si los rusos quieren venderlos…
Tan llamativa como la falta de noticias es la ausencia de reacciones internacionales. Alguien pretende que la diplomacia se degrade, posiblemente porque ya no es necesaria. ¿Quieren poner las armas en el primer plano?
Trump es un mono que no es libre de hacer nada que no sea lo que se le ordene por eso que llamáis "El Estado Profundo".