En 2010 la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos y el GCHQ (Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno de Gran Bretaña) espiaron a Gemalto, el mayor fabricante mundial de tarjetas telefónicas SIM, piratearon su red interna y le robaron sus claves de cifrado.
Los documentos secretos de Snowden ponen en evidencia que una unidad conjunta de ambas centrales imperialistas, llamada MHET (Mobile Handset Exploitation Team), interceptaron las comunicaciones de Gemalto, una multinacional con sede en Holanda que opera en 44 países y cuenta con 1.500 millones de usuarios en todo el mundo. Gemalto instala programas “de seguridad” y otras aplicaciones, como tarjetas SIM y procesadores de tarjetas de crédito.
Entre sus clientes de tarjeta SIM se encuentran gobiernos y multinacionales como AT&T, T-Mobile, Verizon, Sprint y alrededor de 480 proveedores de redes inalámbricas repartidas por todo el mundo.
La penetración del espionaje fue posible gracias a un trabajador de Gemalto en Taiwán, lo que favoreció que ambas centrales espiaran las comunicaciones sin intervención de los operadores de telefonía.
En enero los documentos filtrados por Snowden revelaron que la Agencia de Seguridad Nacional efectuó ataques de red a otros países, en un intento de prepararse informáticamente para la nueva guerra imperialista.
En julio del año pasado, la publicación de nuevos documentos del antiguo agente de la Agencia de Seguridad Nacional demostró que el GCHQ manipuló encuestas y debates en línea, difundió mensajes, se infiltró en YouTube y realizó un seguimiento de los usuarios de Facebook.
Los imperialistas espiaron a 80 gobiernos de todo el mundo. Entre los que centraron la atención del espionaje imperialista estaban Irán, Afganistán, Yemen, India, Serbia, Islandia, Tayikistán y Pakistán.
Los documentos de Snowden demuestran también que la Agencia de Seguridad Nacional es capaz de descifrar de 12 a 22 millones de claves por segundo.
Pero, ¿qué otra cosa podíamos esperar? Anteriormente Alex Mandl, el presidente no ejecutivo de Gemalto, fue administrador de In-Q-Tel, el fondo de inversiones de la CIA para empresas tecnológicas, que también invierte en Google. Pero la doble militancia de Mandl no se acaba ahí. Además es miembro de Business Executives for National Security, un grupo militar que aconseja al Pentágono y a las centrales imperialistas de inteligencia.