Los principales objetivos del ejército fueron las trincheras y los puestos militares de Al-Qaeda (HTS, Frente Al-Nosra) en las ciudades de Al-Tamanah, Khuwayn, Babulin, Haish, Jarjanaz, Um Jalalalalal y Mashirfah Shmaliyah.
El Acuerdo de Sochi, firmado por Rusia y Turquía el 17 de setiembre, pende de un hilo y cada vez son más los que apuestan por una solución militar “a sangre y fuego”.
Turquía no ha podido (o no ha querido) cumplir sus compromisos para lograr una solución negociada. Sus tentáculos del llamado “ejército libre de Siria” debían haber fagocitado a Al-Qaeda y demás facciones yihadustas, pero ha sido al revés, como expusimos ayer.
Desde el principio el ejército sirio se preparó para la solución militar, movilizando los mayores recursos desde el comienzo de la guerra, lo que se ha visto favorecido por la desaparición de otros frentes que antes estaban diseminadas por la mayor parte del territorio sirio.
Otros tiran por la calle de enmedio. Dicen que para aplicar el Acuerdo de Sochi es al menos necesaria una acción militar, aunque sea parcial, contra Al-Qaeda. Es la única forma de que Turquía se tome en serio la determinación del gobierno de Bashar Al-Assad de poner fin a la guerra y acelerar la aplicación del Acuerdo de setiembre.
En Sochi Turquía se comprometió a separar a los “extremistas” de la “oposición moderada” dispuesta a participar en una solución negociada. Pero si bien eso quizá podría solucionar el problema de los yihadistas, no solucionaba el problema de los turcos. ¿Quién sacaba a los turcos del norte de Siria?
Erdogan declaró que la retirada de sus tropas de las zonas ocupadas en el norte de Siria está condicionada a la celebración de elecciones en las que participarán los sirios de allí. Esto explica el retraso de Turquía en la aplicación del Acuerdo de Sochi, que busca garantías de su participación en cualquier futuro proceso político sirio a cambio de su retirada.
Este planteamiento no sólo daría a Erdogan la opción de sentarse a negociar la paz, sino que era una posibilidad por la que suspiraban también en países europeos, como Alemania o Francia.
El gobierno sirio ha vuelto a jugar sus cartas con gran habilidad. En lugar de oponerse al Acuerdo, lo ha apoyado e incluso el ministro de Asuntos Exteriores Walid Al-Mouallem, declaró que Turquía era “capaz de cumplir sus compromisos con el acuerdo de Idlib” y que en Damasco habían recibido “garantías” por parte de Lavrov sobre la aplicación del Acuerdo.
Es lo más viejo de la historia: “si vis pacem para bellum” (si quieres la paz prepárate para la guerra). Tras la firma del Acuerdo, donde menos sorprendieron las provocaciones yihadistas fue en Damasco.
El ejército sirio ha estudiado todos los escenarios posibles que le permitirán ganar la batalla final. La pregunta que queda en el aire es la siguiente: si la estalla batalla por Idlib, ¿se librará sólo contra los yihadistas o también contra los turcos?