Los imperialistas se quedan sin su “oposición moderada”, aunque es probable que una parte importante de los desertores se hayan unido a otras organizaciones yihadistas, como el Frente Al-Nosra o el Califato Islámico. Así ha sucedido en ocasiones parecidas.
El “Ejército Libre de Siria” lo crearon a principios de la Primavera Árabe en 2011 oficiales ligados a la Hermandad Musulmana que desertaron del ejército regular. Entonces Turquía abrió en su suelo un campo de entrenamiento militar para adiestrar a sus unidades. Desde el principio, además de Turquía, estuvieron apoyados por la CIA, el Mossad y la inteligencia exterior francesa.
En algunos núcleos urbanos del país como Hama o Homs se alzaron en armas contra el gobierno de Al-Asad y reconocieron la autoridad de Consejo Nacional Sirio, también financiado por potencias extranjeras y enemigas de Siria.
En 2012 anunciaron su apoyo a la nueva Coalición Nacional de Fuerzas de la Oposición y de la Revolución que exigió a los imperialistas que la ONU creara una zona de exclusión aérea, lo mismo que en Irak y en los Balcanes, donde lograron destruir a dos países y a sus gobiernos respectivos.
En 2013 el “Ejército Libre de Siria” instaló otro campamento militar en Jordania y a través de Turquía pidió el suministro de misiles antiaéreos de corto alcance, misiles anticarro, morteros, municiones, chalecos antibalas y máscaras de gas. Su intención confesada era aprovechar la debilidad del ejército regular para “cambiar el curso de la guerra”.
Inicialmente en el verano una primera unidad de 300 milicianos logró ganar terreno en Deraa y otras regiones del sur con ayuda de comandos israelíes y jordanos, así como de la CIA.
Entonces se debieron sentir muy fuertes porque muy poco después llegaron a un acuerdo con otras 13 milicias importantes para retirar la representación a cualquier organización “con base en el extranjero”, incluida la Coalición Nacional.
Inmediatamente dieron otro paso en falso. Crearon una alianza con el Frente Al-Nosra y empezó un goteo de deserciones de los “moderados” hacia los “radicales”.
En diciembre de 2013 perdieron su cuartel general en Bab Al-Hawa, cerca de la frontera turca, así como varios arsenales suministrados por los imperialistas, especialmente por Estados Unidos, que pasaron a poder los “radicales” del Frente Islámico.
Los problemas se les fueron acumulando uno tras otro. En junio del siguiente año, la Coalición Nacional disolvió el Consejo Superior Militar del “Ejército Libre de Siria” y sometió a una investigación para saber si se habían apropiado de los fondos.
Lo que no obtuvieron en sus propias filas lo lograron de los “extremistas” del Frente Al-Nosra y Ahrar al-Sham, que impidieron la aniquilación de sus fuerzas en Alepo cuando estaban siendo atacadas por el ejército regular.
A partir de entonces, para evitar el desmoronamiento, el dinero empieza a llegar de los jeques del golfo. Simultáneamente, en Washington Kerry anuncia que la Casa Blanca redoblará la asistencia directa a los “moderados”, que llega a alcanzar la cifra de 250 millones de dólares en equipamiento.
Dos meses después, en junio de 2014 Obama desbloquea el envío de otros 500 millones. En setiembre el presidente francés Hollande también sale al rescate con lanzagranadas, ametralladoras del calibre 12,7 mm., prismáticos de visión nocturna, medios de comunicación y chalecos antibalas.
El aprovisionamiento de armas procedente de todos lados es tan enorme que ni siquiera son capaces ni de utilizarlas ni de guardarlas. La mayor parte de ellas las venden a los “extremistas” del Califato Islámico o de Arhar Al-Sham.
En marzo de 2013 el investigador sueco Aron Lund publicó un artículo en el que aseguraba que el “Ejército Libre de Siria” no existía. No era capaz de funcionar de manera autónoma. Se trataba de una mera imagen de marca.
Malil Al-Kurdi, adjunto del general Riad el Asaad, también dijo en el verano de 2013 que el “Ejército Libre” no era más que un nombre. Aunque algunas katibas o brigadas se reivindicaban de esas siglas, eso no significaba que siguieran las órdenes de su Estado Mayor. Hacían lo que les daba la gana. Realmente los que querían combatir al gobierno de Al-Asad se pasaban a las filas del Frente Al-Nosra o del Califato Islámico.
Otra descripción interesante fue la que hizo Fabrice Balanche en diciembre de 2013. En su opinión el “Ejército Libre de Siria” tampoco existió nunca. “Hubo un Estado Mayor compuesto por unos 50 generales desertores, mayoritariamente refugiados en Turquía”.
Según Thomas Pierret, el “Ejército Libre” no era una cáscara vacía en todas las regiones de Siria. En las proximidades de Damasco sería una fuerza entrenada especialmente para adueñarse del poder si el gobierno de Al-Asad se desplomaba.
Ahora los que se desploman son ellos.