En aquella ocasión Xi Jinping habló, sobre todo, de fidelidad y de la falta de ella porque nunca la tuvo desde su nombramiento y porque, si algunos confiaron antes en él, ahora dudan. La crisis económica amenaza con despedirle de su cargo y las redes sociales en China son un hervidero de rumores sobre los movimientos en el escalafón.
Para apuntalar su posición, Xi Jinping se dispone a meter el miedo en el cuerpo a sus críticos, que son muchos en las altas esferas, emprezando por Jiang Zemin, uno de sus predecesores, jubilado en 2005. “Los antiguos dirigentes deberían dejar de aferrase al poder y provocar divisiones en el seno del Partido”, recomendaba en agosto un editorial del Diario del Pueblo.
Tras el discurso de Xi Jinping, el periódico del ejército difunde un editorial en el que los siete comandantes de las siete regiones militares le juran fidelidad.
En 2012 se desató en China una gran campaña contra la corrupción que condujo a la detención y depuración de varias decenas de miles de antiguos ministros (Bo Xilai, Zhou Yongkang), general del ejército y funcionarios regionales. Desde entonces la prensa anuncia cada semana anuncia nuevas detenciones. Lo llaman “la caza del zorro” y son como las elecciones en otros países: sacudidas periódicas que se aprovechan para renovar las direcciones territoriales.
Con Xi Jinping no parece que el aparato del Estado esté procediendo a una limpieza sino más bien a un intento de fortalecer sus posiciones dentro de él. Es una prueba de debilidad burocrática. Para apuntalar su imagen pública, durante el desfile militar del 3 de setiembre Xi Jinping volvió a colocar a su lado a viejas momias del revisionismo, como Hu Jintao. Sacado de un baúl de los recuerdos polvoriento, desde hace algunos años Hu aparece frecuentemente junto a Xi formando un binomio (*).
Próximamente el Partido Comunista de China, que ya tiene 88 millones de afiliados, celebrará su Congreso y todo debe estaar dispuesto para que los fieles de Xi Jinping salten al primer plano. Se trata de antiguos colaboradores que le han seguido en su carrera política desde sus orígenes en la provincia costera de Fujian. Entre ellos están los generales Zhao Keshi y Cai Yingting que van a asumir las riendas del Ejército Popular de Liberación.
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