Antes de la caída de Pokrovsk, todas las partes coincidían en que era un centro logístico clave. Tras su caída, Ucrania y sus socios europeos restaron importancia a su victoria, alegando que se trataba más de un triunfo moral y propagandístico para Rusia que de una victoria estratégica. El argumento que se suele esgrimir es que, al ritmo de avance ruso en los últimos cuatro años, se necesitaría “al menos otro año” para capturar el resto de Donetsk.
Pero este cálculo es una falacia que ignora deliberadamente la naturaleza de la estrategia de desgaste de Rusia. La guerra que ha durado casi cuatro años no es una guerra de rápido avance territorial. Es una guerra de agotamiento cuyo objetivo es desgastar las armas y tropas ucranianas hasta que estén tan dispersas que colapsen bajo la fuerza cada vez mayor de las tropas rusas. Afirmar que al ritmo actual el frente ucraniano tardará otro año en derrumbarse es como afirmar que si un muro de ladrillos tardó 100 años en derrumbarse en un 80 por cien, al ritmo actual tardará otros 25 años en derrumbarse. En realidad, podría derrumbarse en cualquier momento.
La caída de Pokrovsk es significativa por dos razones: en el campo de batalla y en la mesa de negociaciones. En el campo de batalla, la pérdida de este centro logístico clave amenazaría la capacidad de las fuerzas armadas ucranianas para abastecer a sus tropas en el Donbas con armas y alimentos. Además, expondría a otras ciudades ucranianas clave al cerco y dejaría a Rusia con kilómetros de territorio sin defensa mientras continúa su avance hacia el oeste.
Al día siguiente del anuncio de la caída de Pokrovsk, los medios de comunicación preguntaron a Putin por qué esta victoria era tan importante. Él respondió que Pokrovsk “es de particular importancia tanto para la parte ucraniana como para las fuerzas armadas rusas”, ya que es “una importante infraestructura que forma parte de la red de transporte regional”.
“Es una buena cabeza de puente para lograr todos los objetivos establecidos al inicio de la operación militar especial. De hecho, desde esta cabeza de puente, desde este sector, el ejército ruso está bien posicionado para avanzar en cualquier dirección que el Estado Mayor considere más apropiada”. El 4 de diciembre, Putin declaró respecto a las partes del Donbas que Rusia aún no controla: “O liberamos estos territorios por la fuerza militar, o las fuerzas ucranianas se retiran y cesan los combates en esta región”.
Putin insistió en que la desastrosa situación en el Donbas nunca debió haber llegado a este punto. “Le dijimos a Ucrania desde el principio: ‘El pueblo no les quiere. Participaron en referendums [en 2022], votaron por su independencia; retiren sus tropas y no habrá combates’. Pero eligieron luchar”.
Pero hemos llegado a este punto. Y el cambio en el campo de batalla ha llevado a un cambio crucial en la mesa de negociaciones. El destino de las actuales negociaciones de paz depende en gran medida de un solo punto. El punto 21 del plan de paz de 28 puntos estipula que “las fuerzas ucranianas se retirarán de la parte de la región de Donetsk que actualmente controlan” y que “Crimea, Lugansk y Donetsk serán reconocidas como rusas de facto, incluso por Estados Unidos”. Rusia insiste en este punto y Ucrania se niega a aceptarlo.
El punto 7 es quizás igual de controvertido. Estipula que “Ucrania se compromete a consagrar en su constitución que no se unirá a la OTAN, y la OTAN se compromete a incluir en sus estatutos una disposición que establezca que Ucrania no será admitida en el futuro”. Este es un punto crucial para Rusia, y Ucrania se ha negado una vez más a aceptarlo.
Pero la mitad de la decisión sobre el punto 7 no está realmente en manos de Ucrania. Ucrania puede optar por rechazar la solicitud de consagrar la neutralidad en su constitución. Pero corresponde a la OTAN decidir qué se incluirá en sus estatutos. A pesar de la constante insistencia de los funcionarios occidentales y los medios de comunicación en que Ucrania tiene derecho a elegir si se une o no a la OTAN, no es cierto que todos los países tengan derecho a unirse a la OTAN; ni la OTAN está obligada a aceptar a todo aquel que desee unirse. La incorporación debe ser por invitación de la OTAN, y sus miembros deben aprobarla por unanimidad. La OTAN no está obligada a invitar a un país solicitante. La OTAN simplemente establece que un país “puede ser invitado a participar”, sin ninguna garantía. Incluso los socios europeos de Ucrania han sugerido cínicamente que Ucrania podría mantener el objetivo de la incorporación a la OTAN en su constitución, mientras que la OTAN acordaría no otorgársela nunca.
Por lo tanto, la paz podría depender de la exigencia, aparentemente inamovible, de que Ucrania ceda aproximadamente el 14 por cien de Donetsk que aún controla.
A finales de noviembre Trump subrayó lo obvio: “Dada la situación actual, si lo analizan con atención, solo va en una dirección. Así que, en última instancia, estos son territorios que Rusia podría obtener de todos modos en los próximos dos meses. Entonces, ¿quieren luchar y perder entre 50.000 y 60.000 personas más, o prefieren actuar ya?”
La crucial caída estratégica de Pokrovsk ha forzado este cambio crucial en la mesa de negociaciones. Ante el fracaso de los acuerdos de Minsk y la amenaza militar y cultural que se cernía sobre los ciudadanos de etnia rusa en el Donbas, Rusia estaba decidida a proteger a estos ciudadanos, si no mediante la autonomía prometida por el acuerdo de Minsk, sí mediante la anexión. Junto con las garantías legales de que Ucrania nunca se convertiría en miembro de la OTAN, esta fue una de las causas fundamentales de la guerra que Rusia insistió en resolver en la mesa de negociaciones o en el campo de batalla.
La caída de Pokrovsk permitirá a Rusia lograr su objetivo militar, ya sea en semanas, meses o un año. Durante este tiempo, miles de ucranianos más morirán. Pedirles que mueran para lograr el mismo resultado que se puede lograr ahora mismo en la mesa de negociaciones sin causar más bajas es moralmente atroz.
La caída de Pokrovsk es significativa porque el cambio en el campo de batalla ha forzado un cambio en la mesa de negociaciones. Europa debe encontrar la manera de que Ucrania y su presidente acepten las condiciones que dicta la realidad y dejen de impulsar una guerra que, como bien saben, no cambiará nada más que el número de muertos.
—Ted Snider ttps://www.theamericanconservative.com/the-double-significance-of-the-fall-of-pokrovsk/