Incluso antes de desactivarlos, hemos sido testigos de cómo nos censuraban lemas de pancartas y manifestaciones, cómo se suspendían actos políticos que se habían organizado durante décadas (manifestaciones pro-amnistía, concentraciones a favor de la ikurriña, concentraciones en contra de las fuerzas armadas de los Estados, etcétera).
De esa manera, se desmovilizó a la gente, se suspendieron actos de protesta (e incluso se generó y difundió una mala imagen de la protesta), y se centralizaron todas las movilizaciones que se pusieron a cargo de movimientos políticamente correctos (en el sentido más preocupante de lo que es ser políticamente correcto).
Se promueven únicamente convocatorias masivas bien dirigidas y controladas, y se desprecian las convocatorias populares que no siguen esa lógica. La izquierda abertzale oficial está ciñéndose al lema hay que sacar el conflicto de las calles y llevarlo a los despachos. Y todo esto, asegurándonos que éste era el buen camino, que con esta nueva vía iba a mejorar la situación de las y los presos políticos, y se iba a acelerar su excarcelación, y que mejorarían las condiciones para materializar el proyecto independentista.
En ese contexto, se ha renunciado al euskara y la cultura como principal seña de identidad, a la amnistía, a las luchas sociales, a la territorialidad, etcétera. Parece que el único y último objetivo es atraer al PNV a un movimiento nacional e independentista, aun a sabiendas de que el PNV está muy cómodo en el marco autonómico y en la actual estructura social, económica y cultural. En ese afán de acercarse al PNV, y en ese afán de controlar todo movimiento, la izquierda abertzale oficial ha creado desprecio hacia militantes y ex-militantes que opinamos diferente, y ha difundido falsos rumores sobre nosotras.
Por otro lado, el PNV y el estado español no cesan de exigir a la izquierda abertzale que reniegue de su pasado y pida perdón. Pero nadie exige responsabilidades al estado español y al PNV (la criminalización de la kale borroka promovida por Juan Maria Atutxa con la teorización de los denominados grupos Y; las torturas y la violencia policial de la Ertzaintza; la complicidad con los estados en los procesos de ilegalización de partidos políticos y movimientos sociales, y en la detención y encarcelamiento de militantes políticos; la pasividad ante el cierre de Egin irratia, del periódico Egin, la revista Ardi Beltza…). Cómo colaborar con aquellos que no te consideran un interlocutor necesario, ni respetado. Cómo colaborar con quien te ignora porque no te necesita. No nos engañemos, la historia así lo refrenda, los objetivos del PNV son otros.
Itziar Retolaza, en nombre de un grupo de militantes y ex-militantes de la izquierda abertzale