Este programa de crímenes de Estado existe en un país donde está abolida la pena de muerte, lo que destaca la degeneración profunda de la República francesa. Mientras las guerras imperialistas se generalizan en su antiguo imperio colonial y que la crisis social se generaliza en Francia, el Estado vuelve a los niveles de criminalidad de la guerra de Argelia y del régimen de Vichy.
La prensa francesa ha revelado y aplaudido el programa de asesinatos llevado a cabo por París, sobre todo en las regiones en las que Francia ha lanzado intervenciones militares pretendidamente para luchar contra el terrorismo en África y Oriente Medio.
En un artículo publicado el 8 de agosto, titulado “Guerra contra el terrorismo, permiso para matar”, la revista Le Point insiste en que el Presidente francés tiene derecho a matar a una persona, aunque no haya sido acusada y mucho menos declarada culpable de ningún delito. El semanario escribe: “El Estado tiene derecho a su parte de sombra. El Presidente de la República tiene derecho de matar, a pesar de la abolición de la pena de muerte. Monarca republicano, el jefe del ejército tiene la facultad de bajar el pulgar para decidir, sólo y con sangre fría, de acabar con la vida de un hombre”.
Según Le Point, “este derecho es incuestionable porque no está escrito en ninguna parte. Y porque su ejercicio no se discute, ni se comparte, ni se controla”.
Según el sitio estadounidense Slate, la lista de objetivos a asesinar que tiene Hollande “reagrupa los nombres de terroristas y otros enemigos declarados a los que el Presidente de la República autoriza a eliminar sin ninguna clase de juicio. Eso significa matarlo, sin acusación, no importa cuándo, desde el momento en que los servicios secretos o los oficiales de inteligencia militar logren localizarlo”.
Esto destaca la complicidad de toda la clase política burguesa en la creación y promoción en Francia de un aparato estatal entrenado para cometer asesinatos políticos.
La revista Le Point descubre la existencia de un escuadrón de la muerte de la inteligencia francesa: “Existen los medios humanos de ejecutar tales acciones [asesinatos], con una cadena de mando identificada y entrenada que conduce, o bien a fuerzas discretas, las del Mando de Operaciones Especiales, o bien a unidades clandestinas pertenecientes al servicio de acción de la Dirección General de Seguridad Exterior. En el mismo seno de esta última entidad, existe una unidad más misteriosa y aún más escondida que las demás”.
Esta unidad, llamada “Alfa”, e creó en los años ochenta por el general Jean Henrich, director de operaciones de la Dirección General de Seguridad Exterior “para ocultar sus eventuales acciones en los tenebrosos pliegues del mundo de las sombras”, según Le Point.
En su reciente libro, “Los asesinos de la República”, el periodista Vicent Mouzeille expone el programa de asesinatos de los sucesivos gobiernos franceses. Para avanzar sus intereses en África y Oriente Medio, la Presidencia de la República dirige secretamente una campaña de asesinatos de Estado. Nouzille descubre la existencia de una célula clandestina en el interior del servicio de acción de la Dirección General de Seguridad Exterior cuyos agentes están entrenados para ejecutar asesinatos u “operaciones homo” (homicidios) en las zonas de conflicto.
En unas declaraciones que realizó en abril a Sud Ouest dijo: “A mediados de los años ochenta en el seno del servicio de acción se constituyó una minucélula, la célula Alfa que agrupa a una decena de personas. Son asesinos, los ‘pistoleros de la República’. Actúan sin que se pueda vincular su acción a los servicios franceses. A ee servicio de acción hay que añadir el potente crecimiento de las fuerzas especiales, que trabajan en los conflictos declarados, como es el caso de Mali. En el seno de esas fuerzas se han creado mini-grupos de francotiradores de élite que puede identificar y matar a una persona en algunas horas”.
Durante la guerra desencadenada por la OTAN en 2011 para derrocar al coronel Gadafi en Libia, esos comandos, junto con los islamistas vinculados a Al-Qaeda, capturaron, torturaron y ejecutaron a Gadafi. “En el caso de Libia, las fuerzas especiales actuaron vestidas como los civiles. Desempeñaron un papel clave para derrocar al régimen de Gadafi”, dijo Nouzille.
Con Hollande y el gobierno del Partido Socialista el ritmo de asesinatos se ha intensificado a un nivel nunca visto desde la guerra de Argelia de 1954-1962. Durante esta guerra los escuadrones de la muerte franceses asesinaron a centenares de combatientes argelinos del Frente de Liberación Nacional.
Con Hollande entre 2012 y 2015 se han ejecutado más de una docena de Operaciones Homo. Según Nouzille “las fuerzas especiales y el servicio de acción nunca fueros utilizadas tantas veces. Por razones de contexto ciertamente. A partir de 2012 aparece una práctica mucho más ofensiva”.
En mayo Francia asesinó en Mali a Abdelkrim al-Targui, un tuareg que dirigía Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), acusado de participar en el asesinato de dos periodistas franceses en el norte de Mali en noviembre de 2013. Un funcionario francés ha confesado a Le Point: “Nos instalamos en el corazón de las katibas tuaregs de AQMI. Necesitamos cinco meses para entender el medio, encontrar la línea buena de tiro y esperar el momento favorable”.
El programa de asesinatos de Hollande destaca su carácter socialfascista y el de aquellos que, como el Nuevo Partido Anticapitalista, la filial francesa de Podemos, llamaron a votarle en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 2012. Apoyaron la agresión imperialista contra Libia y luego han mantenido un silencio cómplice sobre los asesinatos cometidos por Francia.
Hollande es hoy el Presidente francés más desacreditado desde 1945. No tardará en lanzar a la banda de asesinos que ha creado en contra del propio movimiento obrero francés.
Así que ya lo saben ustedes: "Al enemigo, por donde vino". A un escuadrón de la muerte de la inteligencia francesa fascista, de le deben oponer escuadrones de la muerte de la inteligencia socialista. A la guerra, con la guerra, y sin moralinas. Pero lamentablemente ellos son inmorales y el resto están cristianizados y por tanto prisioneros por los barrotes morales de la puta moralina cristiana, que les impide obrar inmisericordemente contra enemigos sumamente crueles.