Ralph S. Baric |
En ellas participaron varios investigadores, especialmente de la Universidad de Carolina del Norte, del laboratorio de la FAD (instituto regulador de los alimentos y los medicamentos) de Arkansas y virólogos chinos, que se encargaron de suministrar la materia prima.
El estudio, titulado “Una cepa de coronavirus de murciélago que circula, similar al SARS, muestra su potencial en emergencias humanas”, se publicó en la revista Nature Medicine (1).
El Instituto de Virología de Wuhan y la Academia China de Ciencias aportaron virus extraídos de los murciélagos en Wuhan. Por eso un científico chino, Xing-Yi Ge, figura entre los autores del artículo, aunque su papel se limitó a esa tarea.
En contra de lo que se rumorea, el salto de un virus de los animales a los seres humanos es prácticamente imposible, excepto si se modifican para ello con algún propósito, como en el caso de aquella investigación. Por eso el título del artículo era el colmo de la hipocresía, porque el riesgo no existía antes de su manipulación en el laboratorio; el riesgo lo crearon ellos.
Por lo tanto, es falso lo que sostienen revistas, como la colombiana “Semana”, quien hace apología del personaje clave la investigación, Ralph S. Baric, jefe del Departamento de Epidemiología de la Universidad de Carolina del Norte. Dice que “sin necesidad de mutar” el coronavirus podía “saltar” de los murciélagos a los seres humanos (2).
Sin embargo, el artículo de Baric decía todo lo contrario: que habían “generado y caracterizado un virus quimérico”, es decir, que lo habían modificado con determinados propósitos que, naturalmente, no explican porque no pueden hacerlo.
Los proyectos de modificación del coronavirus comenzaron con la epidemia de SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo) en China en 2003 y su versión MERS en Oriente Medio. Tienen un origen militar que fue seguido por su reflejo en las publicaciones de virólogos como Baric en las revistas especializadas, dando lugar a una amplia bibliografía sobre la manera de modificar un virus procedente de un murciélago para que se pueda replicar en células humanas.
No obstante, como bien advirtió el diario ruso Pravda el 20 de marzo, “todavía no es posible afirmar con certeza que el virus que se analizó en los ratones de laboratorio sea el mismo que el coronavirus del SARS-Cove-2” (3).
Baric y su Departamento de Epidemiología son una de las tapaderas científicas del Pentágono a través de la multinacional farmacéutica Gilead. Ellos mueven los dos lados de la ecuación: fabrican los patógenos al mismo tiempo que los fármacos para combatirlos.
El 10 de marzo el Pentágono firmó un acuerdo con Gilead, no sólo para tratar a sus soldados sino “a todos los ciudadanos del mundo”, según dijo el general Michael Talley, jefe de Fort Detrick (4), del que ya hemos hablado aquí en otras entradas.
Baric trabaja por cuenta de Gilead, que está en la carrera para llenarse los bolsillos gracias al coronavirus. El jueves de la semana pasada las acciones de la multinacional subieron un 16 por ciento en la bolsa gracias a la noticias de que su antiviral, remdesivir, tenía efectos positivos en eso que llaman “pacientes de coronavirus”.
https://www.med.unc.edu/orfeome/files/2018/03/a-sars-like-cluster-of-circulating-bat-coronaviruses-shows-potential-for-human-emergence.pdf
https://www.semana.com/mundo/articulo/hace-cinco-anos-un-cientifico-habia-advertido-lo-que-esta-sucediendo-ahora-con-el-coronavirus/656925
(4) https://www.militarytimes.com/news/your-military/2020/03/10/army-signs-agreement-with-drug-giant-gilead-on-experimental-covid-19-treatment/
Más información:
– Un cuento chino: el laboratorio de Wuhan estaba financiado por Estados Unidos