El consumo mundial de carbón alcanza su máximo registro histórico

Si dejamos al margen la deportación masiva de mendigos de las calles, el gran espectáculo de los Juegos Olímpicos fueron las imágenes de los atletas durmiendo a la intemperie. Los organizadores les quitaron el aire acondicionado de sus habitaciones para reducir las emisiones de carbono y salvar al planeta. Los deportistas ocuparon el lugar de los menesterosos en los jardines, las plazas y los bancos de París.

Las paranoias “verdes” son tipicas de los países occidentales. En el resto del mundo la ciencia debe ser diferente porque en China e India siguen abriendo nuevas minas de carbón a un ritmo vertiginoso y construyendo más centrales eléctricas con una materia prima que aumentará las emisiones de CO2 a la atmósfera.

China e India son los mayores consumidores de energía del mundo y su principal fuente de producción es el carbón. Unos cierran las centrales térmicas mientras otros las abren.

El consumo mundial de carbón ha alcanzado un nivel máximo, impulsado por la demanda de la región de Asia y el Pacífico, según el último informe del Instituto de Energía (*).

En Europa los burgueses son parásitos con la tripa llena, mientras que en otros países, como los asiáticos, necesitan crecer y desarrollarse, para lo cual hay que empezar por la energía, y el carbón es la mejor alternativa.

El carbón es abundante, mientras las fuentes de energía llamadas “renovables”, como la solar o la eólica, no son suficientemente estables ni baratas para satisfacer las necesidades energéticas de las economías de los países en desarrollo.

Para impedir ese desarrollo y acabar con la competencia, las potencias occidentales han iniciado una cruzada “verde” dirigida contra las empresas, como las chinas y las indias, a las que califican de “contaminantes”.

A los países asiáticos no les ha quedado otra que comprometerse a reducir sus emisiones, pero “ad kalendas graecas”. China ha puesto el objetivo de cero emisiones netas en 2060 y la India diez años después. Lo más probable es que para entonces los europeos hayan olvidado sus paranoias.

Mientras tanto, ambos países seguirán utilizando el carbón porque a fecha de hoy no se puede alimentar una red eléctrica con energías llamadas “renovables”, aumentando el riesgo de cortes de energía y subiendo los precios de la electricidad.

Si en Europa hay amplios sectores sociales que no puede pagar la factura de la luz, cabe imaginar lo que puede ocurrir en un país, como India, que careciera de energía barata.

Los altos costos de la energía se han convertido en una carga importante para las empresas en Europa, amenazando su viabilidad. Una multinacional como Volskswagen ya ha anunciado que abandona Alemania y traslada su sección de investigación y desarrollo a China. La Federación de Pequeñas Empresas de Reino Unido asegura que sus socios han experimentado un aumento promedio e su factura de la luz de más del 400 por cien entre 2021 y 2023.

Como hemos explicado en entradas anteriores, en Australia un invierno gélido está provocando numerosos cortes del suministro eléctrico. El gobierno quiere alejarse de los combustibles “fósiles”, pero este año la energía eólica es muy escasa y presiona sobre las reservas de gas, que han estado subexplotadas durante años a causa de las paranoias “verdes”.

(*) https://www.energyinst.org/statistical-review

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