Según los datos comparativos publicados por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), Argentina se encuentra entre los países con mayor consumo de psicofármacos a nivel global y regional. Este fenómeno es especialmente notable en categorías como los ansiolíticos y antidepresivos.
Argentina, según la Cámara Argentina de Medicamentos (CAPEM), reportó que en el año 2020 se vendieron aproximadamente 60 dosis diarias definidas (DDD) por cada 1.000 habitantes de antidepresivos, situándose por encima de la media de los países de la OCDE, que es de 56. Este uso ha experimentado un crecimiento significativo del 25% entre los años 2015 y 2020.
En cuanto al consumo de benzodiacepinas, que son comúnmente utilizados como ansiolíticos, Argentina reporta un consumo elevado, con aproximadamente 30 DDD por cada 1.000 habitantes en el año 2020, medicamento que se dispensa sin receta, lo que facilita considerablemente el acceso a ellos.
Existen varios factores que contribuyen al alto consumo de psicofármacos en Argentina. Uno de los más relevantes es el acceso a la salud mental, ya que hay una cobertura amplia de obras sociales y programas públicos que incluyen la provisión de psicofármacos en sus programas asistenciales. La dispensa de este tipo de droga legal está normalizada y apenas hay voces críticas contra su consumo.
Además, la tendencia en el país tiende a favorecer la prescripción de medicación en lugar de optar por terapias psicológicas. El estigma social también juega un papel importante, ya que hay una menor aceptación de tratamientos no farmacológicos para la ansiedad y la depresión. También la automedicación se ha vuelto común, dado que en algunas farmacias se pueden obtener benzodiacepinas sin necesidad de receta.
Argentina se posiciona como el país que lidera el consumo per cápita de psicofármacos en América Latina. Chile ocupa el segundo lugar, con un crecimiento del 18% en la venta de antidepresivos entre los años 2019 y 2021. Brasil muestra un consumo moderado, aunque se ha observado un aumento en áreas urbanas. En contraste, México presenta un bajo consumo relativo, con solo 20 DDD por cada 1.000 habitantes en antidepresivos, lo cual se vincula a un menor diagnóstico de trastornos mentales en la población.
Según un informe publicado en 2021 por el Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos en Argentina hubo un crecimiento del 400% en el consumo de psicofármacos durante el confinamiento decretado por el entonces presidente Alberto Fernández, un fenómeno que se ha vinculado a problemas de ansiedad, insomnio y estrés derivado de la pobreza o las penurias económicas. Además, destacan el rol de la publicidad farmacéutica, que gracias al confinamiento ha conseguido una normalización nunca antes vista.
También dos informes publicados en agosto de 2024 por médicos de la Asociación Platense de Psiquiatría y el Colegio de Farmacéuticos de La Plata, la capital de la provincia de Buenos Aires, son concluyentes en que se ha instalado en la población la costumbre de enfrentar los problemas socioeconómicos o el desempleo con psicofármacos, ya que se incrementó notablemente las consultas motivadas por el estrés del desempleo o la carestía de vida.
El 18 por ciento de los argentinos de entre 12 y 65 años (más de 3 millones de personas) reconoce hacer uso habitual de psicofármacos, según el último estudio nacional sobre sustancia psicoactivas realizado por la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (SEDRONAR).
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