El martes el antiguo eurodiputado Pier Antonio Panzeri, el cabecilla de la trama corrupta, actualmente en prisión, firmó un acuerdo con la fiscalía belga para contar lo que sabe sobre la red de espionaje marroquí en Bruselas.
Es lo que dice el acuerdo, aunque algunos sospechamos que se trata de echar tierra encima del nido de corrupción para evitar el descrédito de las instituciones europeas, donde proliferan este tipo de tinglados oscuros.
Según los términos del acuerdo, el Panzeri se compromete a informar a los investigadores sobre el modus operandi del fraude, los acuerdos financieros con terceros países, la identidad de las personas “a las que admite haber sobornado” y la posible implicación de personas “aún no conocidas en el caso”.
Sus declaraciones deben ser “sustanciales, reveladoras, sinceras y completas”, dijo la fiscalía. A cambio de su cooperación, Panzeri será condenado a una pena de prisión “limitada”.
Su abogado, Laurent Kennes, dijo que la condena, negociada con la fiscalía, no superaría un año. “Se pronunciará una condena de cinco años, pero con suspensión de la pena en la parte que exceda de un año. Esto significa que pasará un año detenido, parte del cual estará bajo vigilancia electrónica”, dijo Kennes.
“Quiere desembuchar, quiere ver el final del túnel”, añadió el abogado, subrayando que Panzeri había “reconocido haber sido uno de los dirigentes de una organización criminal vinculada a Marruecos y Qatar”.
Marruecos utilizó al eurodiputado italiano como puerta de entrada para defender sus intereses en el Parlamento Europeo.
Además de la pena de prisión, el acuerdo prevé una multa de 80.000 euros y el decomiso de todos los beneficios patrimoniales adquiridos, estimados por el momento en un millón de euros. Aún debe ser validado por el tribunal que supervisa la investigación en Bélgica.
Panzeri, de 67 años, fue detenido en Bruselas el 9 de diciembre, el día de una oleada de registros y detenciones. Lo mismo ocurrió con Francesco Giorgi y con Niccolo Figa-Talamanca, otro dirigente de una ONG, también italiano.
Los cuatro sospechosos, que llevan más de cinco semanas en prisión, han sido acusados de “pertenencia a organización delictiva”, “blanqueo de capitales” y “corrupción”.
Están acusados de recibir grandes sumas de dinero en efectivo para influir en las declaraciones y decisiones políticas de una institución de la Unión Europea en favor de potencias extranjeras.
Panzeri es una figura central en la investigación. Durante la redada del 9 de diciembre, la policía belga encontró 600.000 euros en efectivo en su domicilio de Bruselas. Ahora tendrá que explicar el origen de estos fondos y la finalidad precisa de la corrupción.
Después del agente de jugadores serbio Dejan Veljkovic, en un vasto escándalo de corrupción en el fútbol belga, Panzeri es el segundo en beneficiarse de una ley belga de 2018 sobre los “arrepentidos”, calcada de la que Italia tiene para la mafia.
¿No será porque unos y otros serán el mismo tipo de mafiosos?
Cuando los corruptos luchan contra la impunidad
En 2019 Panzeri creó la ONG Lucha contra la Impunidad, uno de los tinglados de Bruselas mejor conectados en los pasillos, con una oficina a pocos metros de la residencia del embajador británico y un puñado de nombres importantes en su directorio.
El escándalo de espionaje y corrupción que envuelve al Parlamento Europeo la ha puesto en el candelero y sus principales avalistas han renunciado e incluso han quitado la propia placa de identificación de la puerta.
La ONG fue fundada en 2019 por Panzeri para blanquear dinero negro y cobrar las mordidas procedentes de Marruecos. No consta en el registro de transparencia del Parlamento Europeo. Las ONG que deseen realizar actividades en el Parlamento deben registrarse previamente.
El tinglado operaba de manera clandestina. La ley belga exige que las asociaciones y fundaciones presenten su contabilidad ante un auditor cada año. Si pasan tres años sin presentarlas, se deben liquidar. Según el tribunal, “Lucha contra la Impunidad” nunca presentó las cuentas.
Niccolo Figa-Talamanca, secretario general de la ONG No Peace Without Justice, que comparte las oficinas con “Lucha contra la Impunidad”, fue detenido y luego liberado con una pulsera electrónica.