En Alemania, la economía podría contraerse nuevamente durante el actual trimestre, “lastrada por las dificultades industriales, la desaceleración de la inversión y el consumo privado moderado”, anunció ayer el Bundesbank en un informe mensual.
Es otro caso de decrecimiento involuntario. “La mayor economía de la zona del euro se ha contraído en dos de los últimos tres trimestres, lo que pesa sobre toda la región mientras el vasto sector industrial de Alemania lucha contra la caída de las exportaciones y los altos costos de la energía”, dice el banco central.
“La economía se estancará o volverá a caer en el tercer trimestre”, sigue el banco central alemán. “Sin embargo, actualmente no deberíamos esperar una recesión en el sentido de una disminución significativa, generalizada y duradera de la producción económica”.
“También se espera que las perspectivas de producción industrial se debiliten este trimestre debido al deterioro de los planes de producción a corto plazo y las previsiones de exportación, a pesar de algunos signos de recuperación de los nuevos pedidos del exterior”.
El Bundesbank advierte los preocupantes signos que aparecen: la falta de recuperación económica frena los planes de contratación en determinados sectores, mientras que en la industria se evitan más despidos gracias a un mayor recurso a la reducción de la jornada laboral.
Alemania lo ha apostado todo por destruir su industria y su capacidad de producción. Ha cortado lazos con Rusia, que le suministraba energía abundante y barata. Tambien sigue empeñada en sus políticas verdes destrucción de la industria automovilística alemana que se hundirá bajo la electrificación forzosa impuesta por Bruselas y que ningún gobierno alemán ha tenido el valor de denunciar.