El que fuera señalado por Wikileaks como confidente en el gobierno argentino de la Embajada de Estados Unidos en Buenos Aires, ha sido ungido candidato a presidente de la nación absorbiendo tanto a la estructura del viejo partido justicialista, pero también al kirchnerismo. Era el nombre que habían elegido los principales actores económicos norteamericanos desde hacía tiempo.
Ya en agosto de 2022, el diario británico The Financial Times elogió el desembarco de Massa al Ministerio de Economía como «superministro» y resaltó sus objetivos de «disciplina fiscal», uno de los mantras que los organismos financieros internacionales siempre han exigido a sus candidatos locales más afines.
«El nuevo ministro de Economía de Argentina se comprometió a traer orden fiscal al país mientras la administración peronista intenta restaurar su desmoronada credibilidad y recuperar la confianza del mercado mediante el establecimiento de un «superministerio» para abordar la inflación de dos dígitos. «No soy un mago, ni un salvador«, apuntaba el Financial en tono elogioso.
El Bank of America (Bofa) venía recomendando a sus clientes al menos desde diciembre de 2022, al igual que la Unión de Bancos Suizos (UBS) invertir en títulos argentinos. Y otras entidades, en enero, auguraban un «cambio incipiente».
Llamaba la atención el informe de UBS, donde se deshacía sobre las “bondades” de los títulos argentinos, a los que a partir de ese momento pasó a considerar una “inversión atractiva” dada sus «valuaciones deprimidas». En el lenguaje financiero esto equivale a un «compre barato que podrá vender caro». Y es que hasta la semana anterior, la calificación de la entidad era “neutral”.
“Creemos que los bonos argentinos presentan un perfil de riesgo-beneficio atractivo dadas sus valuaciones deprimidas, la baja sensibilidad a los drivers de la macroeconomía global como la tasa monetaria de Estados Unidos y una correlación positiva con el precio de las commodities”, sostenía el reporte a sus clientes firmado por Alejo Czerwonko, jefe de Inversiones en mercados emergentes de América latina, y su equipo.
Y es que en la económica argentina esto tiene un significado: el manejo por parte de la gran banca de inversión de información calificada sobre qué políticas se van a materializar tras las elecciones presidenciales de octubre de 2023.
De manera más discreta lo expresaba el Citibank, el histórico banco de la Agencia Central de Inteligencia norteamericana (CIA), afirmando que “Argentina seguramente tendrá otro año duro, con el gobierno gastando y la inflación acelerando en la medida que las elecciones tomen forma. Los inversores estarán atentos a un potencial cambio de administración que dispararía expectativas positivas”, según su informe «Panorama Global de 2023«.
Paralelamente Massa había amenazado con que si no era él quien lideraba la fórmula presidencial del Frente de Todos, absorbiendo al kirchnerismo, los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional quedarían rotos y esgrimió el fantasma de la hiperinflación, algo que en Argentina es como mentar al diablo, tras las salidas prematuras de los gobiernos de Alfonsín (1989) y Fernando de la Rúa(2001). No es que Massa chantajeara al gobierno argentino, sino que transmitía la opinión de los fondos buitre de que él es el elegido para ocupar el puesto de la Casa Rosada.
La clave del apoyo financiero internacional a Massa es que habría logrado acordar con los acreedores locales e internacionales, para 2024 y 2025, el vencimiento de la mayor parte de la deuda pública en pesos. Pero se trata de un mero aplazamiento de los vencimientos sin ningún riesgo para los acreedores, que además de percibir los intereses de demora provocados por ese período de carencia, tienen la garantía de que el Banco Central se los compre en cualquier momento y sin restricciones. Y se los comprará cuando, tras octubre de 2023, tengan un valor mucho más alto, algo que seguramente ya esté pactado. Por eso el Bank of América y la UBS estaban tan contentos con él.
Nota: El resumen del cable de la embajada de EEUU 001235, filtrado por la organización Wikileaks decía: “Durante las últimas seis semanas, hemos mantenido varias conversaciones con los dos primeros jefes de gabinete del presidente Fernández de Kirchner, Alberto Fernández y Sergio Massa. Ambos creen que los Kirchner, a pesar de sus recientes éxitos políticos, no pueden ganar la reelección en 2011. […] Ambos son de orientación pro-estadounidense».
Y no se equivocaba la entonces embajadora norteamericana Vilma Socorro Martínez. Uno ya es presidente argentino, y el otro pronto lo será.