Con sede en Basilea, Suiza, el BPI no es sólo el banco de los bancos centrales, sino que, en ocasiones, también funciona como gestor de sus activos finncieros. Para satisfacer las necesidades de gestión de las reservas de divisas de esas instituciones, les ofrece servicios de gestión de cartera (mandatos) y fondos abiertos personalizados.
La última innovación en este ámbito es que el Banco de Basilea acaba de crear un fondo abierto especializado en “bonos verdes” para satisfacer la creciente demanda de inversiones respetuosas con el clima de los bancos centrales. No es seguro que los actores privados que ofrecen ese tipo de fondos aprecien la oferta.
Según una encuesta realizada por el BPI a 67 bancos, el 63 por ciento de los gestores de reservas de divisas consideran que puede ser adecuado incluir la “sostenibilidad” entre sus objetivos, junto con la liquidez, la seguridad y el rendimiento financiero. Algunos bancos centrales han empezado a hacerlo, como el Banco de Francia o el Banco de Holanda. “La iniciativa Fondo de Bonos Verdes ayuda a los bancos centrales a integrar los objetivos de sostenibilidad medioambiental en la gestión de sus reservas, afirma el BPI. Este tema también se debatió ampliamente en el último informe trimestral del BPI.
“Con el apoyo de un comité asesor de un grupo de bancos centrales de todo el mundo, el fondo reúne los activos de los clientes del BPI para promover la financiación ecológica a través de inversiones respetuosas con el clima y apoya la adopción de las mejores prácticas de mercado para desarrollar el mercado de bonos ecológicos.
“Para ser seleccionados, los bonos verdes deben tener una calificación mínima de A- y cumplir con las más altas exigencias del mercado. Por lo tanto, deben cumplir con los principios de los bonos verdes de la ICMA (Asociación Internacional de Mercados de Capitales) o con los requisitos definidos para las obligaciones climáticas por la Iniciativa de Bonos Climáticos.