En marzo de 2020 la pandemia ocultó un desplome bursátil y la posterior lluvia de dinero siguió tapando los agujeros, e incluso batiendo registros. Todo va bien. Demasiado bien, pero el Banco de Francia advierte del riesgo de hundimiento.
En su informe de evaluación de los riesgos del sistema financiero, publicado el 10 de enero, el Banco de Francia revela su preocupación. Las altas valoraciones de los mercados representan el principal riesgo para la economía.
El Banco de Francia está especialmente preocupado por lo que califica como “una inversión del mercado de valores”. Una caída tan brusca del mercado bursátil “podría causar dificultades a ciertos actores no bancarios, en particular a los fondos de inversión que utilizan el apalancamiento”.
Las cotizaciones bursátiles están batiendo récords. El año pasado el índice bursátil francés subió un 29 por cien, frente al 22 por cien del Stoxx 600 y el 27 por cien del S&P 500.
Las subidas de la bolsa están ligadas a la reapertura de las economías, tras el primer confinamiento, pero también por “el apoyo sin precedentes de las políticas monetarias y presupuestarias”.
Las políticas monetarias se dirigen lenta pero inexorablemente hacia un final seguro.
La preocupación por el riesgo que corren los fondos de inversión, que son los primeros en verse afectados por una caída brusca en las cotizaciones bursátiles, podría tener consecuencias sistémicas, como le ocurrió a la economía mundial en 2008 con la crisis de las hipotecas de alto riesgo. “En caso de que se produzca un descenso importante, estas elevadas valoraciones podrían favorecer el contagio entre distintos segmentos del mercado”, dice el Banco de Francia en su informe.
Además del riesgo bursátil, el Banco de Francia considera que el sector energético también corre el riesgo de la fuerte subida de los precios en los mercados mayoristas, que podría provocar dificultades o incluso la quiebra de algunos proveedores.