El asalto ruso a los subterráneos de la acería Azovtsal de Mariupol estaba destinado a ser la gran epopeya de la Guerra de Ucrania, a la altura de El Álamo, cuando John Wayne y los suyos desafiaron a un ejército mexicano, muy superior en número. Nos espera una serie de Netflix, pero aún es pronto para escribir el final.
El destino de quienes se han refugiado en los sótanos, los nazis del Batallón Azov y sus jefes de la OTAN, es el mismo de Ucrania. No tienen la más mínima oportunidad, pero el Pentágono les ha prohibido rendirse porque una serie de éxito no puede tener ese final. Tienen que resistir, pero no hasta el último aliento, como en El Álamo.
Rusia les niega cualquier salida honrosa, una evacuación sin alzar las manos, hacia un país, como Turquía, que se ha ofrecido de mediador. Se les ha acabado el rancho y han empezado a comerse los cerdos a los que han encerrado con ellos. Pero los cerdos tampoco tienen comida.
Las familias ven un final desolador y vuelven sus miradas contra Zelensky, el “Garant” (garante) de la constitución y la ley en Ucrania. La viceprimera ministra ucraniana, Iryna Vereshchuk, está censurando sus mensajes en las redes sociales. Ya no hay noticias de ellos.
Para inflar el drama hace sólo unos días decían que había 3.000 hombres encerrados; ahora Vereshchuk ha reducido a cifra a la tercera parte. “Compartimos su preocupación”, dice invariablemente la web oficial del Estado Mayor ucraniano cuando un familiar busca alguna información.
A algunos los han llevado hasta el Vaticano para hacerse la foto con el Papa y llenar de lástima las portadas de los noticiarios. Pero las imágenes les han traicionado. Esos mismos familiares aparecen en otras fotos con las banderas nazis y los fusiles de asalto del Batallón en las manos.
En una entrevista el fundador y primer comandante del Batallón, Andriy Biletsky, dice que la ONU se negó a evacuar a los nazis, alegando que iba en contra de su política de atender a los combatientes heridos: “Son soldados, por lo que tienen dos salidas. O se rinden o mueren” (*).
Los integrantes del Azov no tienen una profesión civil, ya que se alistaron a los 16 ó 17 años. Se trata de una tropa muy joven. “Algunos de ellos todavía eran escolares en 2014… un número significativo de combatientes de Azov son nacionalistas ucranianos ideológicos”, añadió el dirigente nazi. Es lo mismo que dice La Sexta: no son nazis, sólo “ultranacionalistas”.
No saben hacer nada; no son nada sin un arma en la mano. En la misma entrevista Biletsky también reconoce que el Batallón es una unidad adiestrada por instructores de la OTAN durante ocho años completos, 24 horas al día, los 7 días de la semana.
Las fotos de los heridos, publicadas por los medios de comunicación ucranianos, muestran a personas de mediana edad, posiblemente mercenarios. El diario británico The Guardian escribe que piden ayuda a la Cruz Roja. Rusia se la ha ofrecido pero la han rechazado. Es algo que tampoco puede ir al guión de la serie que se está escrbiendo.
El Batallón Azov, como el pistolero de Buffalo que mató a 10 personas en un supermercado, está defendiendo a la raza blanca. “Sí, soy fascista”, escribió en un manifiesto de 180 páginas. En Estados Unidos y en Ucrania la OTAN necesita a esos voluntarios para proteger a una raza blanca amenazada.
Hasta The War Zone, una publicación de financiada por el Pentágono, se interesa por un guión a la carta. “A pesar de semanas de incesantes ataques aéreos y terrestres, las fuerzas ucranianas dicen que siguen controlando la mayor parte de la planta siderúrgica de Azovstal”, asegura un reportaje. “Planean luchar hasta el último hombre”, añade. El relato no puede ser más peliculero: “Los rusos pudieron entrar en la fábrica porque un trabajador de Azovstal traicionó a Ucrania y les habló de los túneles subterráneos que conducían a ella”.
(*) https://svpressa.ru/war21/article/333830/
Esta mañana las tropas ucranianas que permanecen en la acería han llegado a un acuerdo con las rusas para evacuar a los heridos a un hospital de Donetsk. El acuerdo se ha negociado sin la participación del gobierno de Zelensky ni del ejército ucraniano.
Diez soldados ucranianos salieron con banderas blancas de uno de los agujeros. En total el número de soldados atrapados en la acería es de 2.227, de los que 51 heridos se han rendido. 20 de ellos son incapaces de caminar. Según fuentes rusas sobre el terreno, además de los heridos se han rendido 300 integrantes del Batallón.