El año en que Argentina se convirtió en un refugio nazi

Alejandro López

Tras la Segunda Guerra Mundial, la cantidad de funcionarios, oficiales y colaboradores nazis detenidos fue irrisoria para el alcance del régimen fascista. La sospecha invadió a la comunidad internacional ante la pregunta obligada: ¿Dónde están miles de hombres y mujeres que se encargaron de enaltecer el régimen y exterminar a millones de personas?

El germen más reacio a desaparecer del fascismo aún se mantenía en pie a través de ODESSA, una organización secreta formada a inicios de 1946 con la intención de establecer nexos con naciones lejanas y ajenas al conflicto para ayudar a exiliar a integrantes del Tercer Reich a escapar de la justicia internacional. A pesar de las dificultades para rastrear históricamente el funcionamiento de la red, un sinfín de pruebas llevan a Latinoamérica, específicamente Colombia, Brasil, Paraguay y especialmente a  Argentina, como el destino de escape nazi por excelencia.

El carácter clandestino de la organización para el resto del mundo, resultaba diametralmente opuesto en la Argentina. Según Uki Goñi, periodista especializado en el tema ODESSA, la enorme red de escape se gestó en la misma Casa Rosada a través de una serie de reuniones entre Juan Domingo Perón y oficiales alemanes, belgas y franceses, todos criminales de guerra. Ahí, en la propia sede del ejecutivo argentino, se plantearon las alternativas y la logística para llevar a buen puerto a los altos mandos nazis a disfrutar el resto de su vida.

El tema circula como un vieja leyenda en Buenos Aires, donde a menudo se presume junto con otros mitos urbanos rioplatenses; sin embargo, las evidencias y la portentosa investigación histórica de Uki apunta a una política sistemática de rescate peronista de los nazis sobrevivientes hacia la Argentina.

Públicamente, Juan Domingo Perón se refirió en distintas ocasiones a los Juicios de Nuremberg como “una infamia” que no podía ser tolerada por la comunidad internacional. La estrategia arrancó oficialmente en 1947, donde misiones especiales enviadas por el ejecutivo ayudaron a los alemanes fugitivos sortear la justicia para finalmente llegar a Sudamérica.

La mayoría de las operaciones corrieron a cargo de Carlos Fuldner, un agente germano-argentino que durante la cima del Tercer Reich fungió como Hauptsturmführer (capitán) de la SS. Las principales vías de escape, conocidas como ratlines en Europa que gestionó incluyeron países alejados de Alemania, como Italia, y Suiza. Sujetos encargados de gestionar el genocidio en Europa como el propio Adolf Eichmann y Josef Mengele se ocultaron en el Cono Sur durante la segunda mitad del siglo XX, en un episodio oscuro de la Argentina que aún hoy es un tabú en América Latina.

http://culturacolectiva.com/la-historia-del-refugio-nazi-en-argentina/
 

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