El FSB ha publicado un vídeo del interrogatorio de los marineros detenidos, de los que dos admiten ser agentes del SBU ante la cámara.
El capitán Vladimir Lessovoi también admite que sabía que lo que estaban haciendo era una provocación y que ignoraron deliberadamente las órdenes de las autoridades marítimas rusas transmitidas por radio.
Uno de los dos espías detenidos a bordo del Nikopol, Andrei Drach, un oficial de la 7 Dirección de Inteligencia Militar del SBU, reconoce abiertamente que entraron en aguas territoriales rusas, que recibieron advertencias de que estaban violando la frontera rusa y que debían salir de allá.
Las aguas territoriales por las que navegaban los buques ucranianos están bajo jurisdicción rusa antes de la reintegración de Crimea a Rusia, lo cual es grave cuando la nave es comercial, pero mucho más si se trata de una de tipo militar.
La presencia de dos espías entre la tripulación ha sido confirmada por el director del SBU, Vassili Gritsak, quien anunció que estaban allí como oficiales de contrainteligencia.
La presencia de espías ucranianos entre la tripulación confirma las sospechas de algunos medios que vienen destacando la posibilidad de que los buques pretendieron cometer un atentado contra el Puente de Kerch, que para el gobierno de Kiev es un símbolo muy especial de la pertenencia de Crimea a Rusia.
Pero Ucrania es una país abonado a la chapuza por culpa de Porochenko y sus mariachis: el Parlamento ucraniano (Rada) aprobó la ley marcial durante 30 días en la frontera con Rusia, pero la versión publicada en el Boletín Oficial menciona 60 días y carece de límites territoriales, algo que no tiene ninguna clase de precedentes.
El servicio de prensa de Poroshenko dice que es un error y promete corregirlo… Kiev tiene muchos errores que corregir.