¿Quién es Dilma Rousseff?
Nació el 14 de diciembre de 1947, en Belo Horizonte (Brasil). Es una economista y estadista brasileña. Durante la dictadura militar, Dilma Rousseff formó parte del comando de liberación nacional, un movimiento de resistencia, convertido más tarde en el VAR Palmares. Detenida en 1970, fue torturada durante 22 días, y luego condenada por un tribunal militar y encarcelada hasta 1973. En la época de su detención era denominada “la Juana de Arco” de la guerrilla, por su implicación en el movimiento. En 1977 obtuvo una titulación de la Escuela de Ciencias Económicas de la Universidad Federal de Río Grande Do Sul. En la misma época participa en la reestructuración del Partido Democrático Laborista (PTD). Entre 1991 y 1995 fue nombrada Secretaria de Estado de Energía.
Se une al Partido de los Trabajadores (PT) en 2001. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva, nuevamente elegido, la nombra en enero de 2003 ministra de Minas y Energía, función que ocupa durante dos años y medio, entre 2003 y 2005, y luego ministra de Estado y jefa de Gabinete del presidente Lula a partir de 2005, el más alto puesto del gobierno, tras la dimisión de José Dirceu, acusado de corrupción. El 21 de junio de 2005 es nombrada ministra de Estado. En el contexto de escándalos del mismo tipo afectando a numerosos dirigentes del PT se convierte en la “delfina” de Lula. Es candidata por el Partido de los Trabajadores a la elección presidencial brasileña de 2010, que gana en la segunda vuelta de escrutinio ante José Serra. Es investida como presidenta de la República Federativa del Brasil el 1 de enero de 2011, siendo la primera mujer en ocupar esta función. Fue reelegida por escaso margen en 2014.
La acusación
“La señora Rousseff está acusada de haber desplazado fondos públicos en 2014 sin haberlo previamente votado en un presupuesto. Para su defensa, Dilma Rousseff responde que esta práctica es común en todos los gobiernos de Brasil (…) Brasil ha sido duramente golpeado por la caída de los precios mundiales del hierro, del petróleo y de la soja. En 2015 la inflación ha alcanzado el 10,7 por ciento y la economía ha disminuido un 3,8 por ciento. Las previsiones para este año son similares. La transferencia de fondos era para enmascarar un déficit. El sistema electoral de Brasil es un sistema proporcional. Con los años, los partidos políticos se han multiplicado, hasta el punto de que es imposible para un solo partido político gobernar sin coalición. Y con motivo de las dificultades económicas, la popularidad de Rousseff está en caída libre. El partido del vicepresidente Temer ha preferido desvincularse de la coalición de Rousseff y gobernar con su propia coalición (…) El presidente interino Michel Temer se convierte en presidente hasta 2018, fecha de la elección presidencial. Va a gobernar con una nueva coalición dominada por las antiguas élites económicas del país. Cerca del 60 por ciento de los senadores están inmersos en investigaciones por corrupción”.
La corrupción salpica a toda la clase política
Curiosamente, Dilma Rousseff no está juzgada por corrupción, al contrario de los políticos que la juzgan y que para algunos son culpables. Se ha puesto en marcha una operación del tipo “Mani Polite” (Manos Limpias) que se denomina Lava Jato (1). Leemos en la edición de El País Brasil citada por Courier Internacional: “El enorme asunto de corrupción de Petrobrás no ha terminada de afectar a la clase política”. Esta “denuncia” saltaba a los titulares del 15 de junio en la prensa brasileña: “El antiguo presidente de la sociedad Transpetro, Sergio Machado, implica directamente a Michel Temer en el esquema de giros ilícitos que era objeto de la investigación Lava Jato”. Sergio Machado, que dirigía esta filial del grupo público Petrobrás hasta su implicación en el escándalo, habla a la justicia en calidad de “delator recompensado”, un status que permite a un preventivo ver su pena reducida si hace revelaciones. “Es considerado como el hombre de la bomba para el PMDB”(2), dice El País Brasil, por todos los daños que sus confesiones podrían causar a este partido. El nombre de Michel Temer forma parte de la lista de 20 personalidades políticas que han recibido fondos ilegales procedentes del sistema de corrupción. Esta vez Sergio Machado acusa a Temer de haberle solicitado, y haber conseguido, subsidios por 1,5 millones de reales (380.000 euros) para apoyar la campaña de un diputado del PMDB a la alcaldía de Sao Paulo en 2012. Los veinte responsables políticos incriminados por Machado “proceden de todas las tendencias”, incluyendo al Partido de los Trabajadores (PT) de Lula y Dilma. Pero cualquiera que sea la conclusión de la sala, las acusaciones de Machado suponen “un golpe muy duro” a Michel Temer, considera el diario, que “corre el peligro de abortar los planes de despegue de su gobierno”.
En el mismo campo de la corrupción, también los corruptores son señalados. Marcelo Odebrecht, antiguo director de la mayor empresa de construcción de América latina, se ha visto condenado a casi veinte años de prisión por su implicación en el escándalo Petrobrás. El empresario es sospechoso en un escándalo de sobornos que implicaba a la mayor empresa del país, la petrolera Petrobrás. “Un club de empresarios falseaba las solicitudes de oferta de Petrobrás”, titula el diario O Globo en otro artículo. “En total, 62 personas han sido condenadas en esta investigación sobre el escándalo, revelado en marzo de 2014. La policía ha convocado al ex presidente Lula da Silva para declarar sobre su posible participación en el asunto”.
[…] “Ha cometido un error extremadamente grave maquillando las cuentas públicas (…) lo que ha dado a sus oponente del legislativo la munición que buscaban para aniquilarla políticamente”. “Dilma ha cometido el error de no haber actuado como su predecesor, Lula, maestro en el arte de negociar con la oposición, que controla el Congreso”.
¿Quién va a reemplazar a Dilma Rousseff?
Desde el 12 de mayo, Michel Temer, el vicepresidente que la abandonó dejando la coalición gubernamental y asumiendo la interinidad. Se sabe que sobre él pesan sospechas de corrupción. Leemos que “nuevas acusaciones se han presentado sobre el presidente interino, Michel Temer, y sobre una veintena de dignatarios salidos de todos los partidos. Cada nueva denuncia demuestra que los pequeños arreglos entre el sector público y el privado se remontan muy atrás, y no solamente al asunto Petrobras. Por ahora, la operación de limpieza denominada Lava Jato sobre el asunto de corrupción de Petrobras apunta hacia el nuevo presidente Michel Temer, del partido centrista PMDB, que asumió sus funciones el pasado mayo tras la suspensión de Dilma Rousseff”.
Parecería que existe un verdadero complot para encontrar los motivos conducentes a la destitución de Rousseff. “Bajo presión tras las escuchas reveladas el 23 de mayo por el diario Folha de Sao Paulo, el ministro de Planificación Romero Jucá, uno de los más cercanos al presidente Michel Temer, ha tenido que abandonar su puesto. La conversación develada por el diario data de marzo. En la misma, Jucá deja entender que la expulsión de Dilma Rousseff sería un modo de frenar las investigaciones anticorrupción, que afectan a todos los partidos políticos, incluyendo el del presidente Temer. La conversación dura una hora y media, y en ella Jucá se entrevista con Sergio Machado, antiguo presidente de Transpetro, filial de Petrobras. Cuando Machado evoca su temor de ser juzgado por el tribunal investigador del asunto, Romero Jucá sugiere que hay que cambiar de gobierno para “detener esta hemorragia”.
El duelo de honor de Dilma Rousseff
El diario Le Monde describe bien la muerte política de Dilma. “La cabeza alta y el dedo levantado, profesoral, orgullosa y sólida, Dilma Rousseff se ha dirigido, mirándoles a los ojos, a sus jueces, rechazando el silencio obsequioso de los flojos”. Con ese “gusto amargo de la injusticia”, la primera presidenta de la democracia brasileña ha presentado su proceso como una “conspiración” ejecutada por las élites económicas con la ayuda de los medios complacientes. “Un golpe de estado”, ha repetido, con el objetivo de expulsar del poder una mujer, una madre y una abuela “inocente”, con la ayuda de “pretextos constitucionales”. Para su defensa, Dilma Rousseff recuerda su historia personal, la de una guerrillera encarnizada contra la dictadura militar (1964-1985), con el cuerpo marcado por las secuelas de la tortura, y también la Historia, la grande, la del Brasil, no dudando evocar, entre otras figuras, la de Joao Gulart, el presidente derrocado por los militares en 1964. “En el pasado con las armas y hoy con la retórica jurídica, se pretende de nuevo atacar a la democracia y al Estado de derecho”.
Una postura casi teatral, destinada más a cuidar su biografía y a tomar a la opinión pública como testigo que a cambiar el destino. En las tribunas el ex presidente Lula, con el rostro abatido, acompañado del cantante, compositor y escritor Chico Buarque y de algunos dirigentes del Partido de los Trabajadores, no tienen apenas esperanza. Nunca la presidenta ha mencionado en su discurso el nombre de aquel que hizo, en dos ocasiones, campaña a su lado y podría llegar a ser el nuevo jefe de estado de Brasil, hasta las presidenciales de 2018. Aquel que en numerosas ocasiones ella ha calificado de traidor y conspirador, Michel Temer, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB, de centro). Entre esos fieles de Rousseff, Edileusa Sique Oliveira, profesora de historia, rechaza rendirse. “Todavía hay esperanza, hay que luchar”, dice. Su vecino, Mario Bianchini, jubilado, antiguo investigador llegado de Belo Horizonte está convencido de la existencia de un complot urdido por los Estados Unidos, la CIA y la Agencia Nacional de Seguridad norteamericana. Reinaba así un sentimiento de nostalgia en el hemiciclo, el del desencanto de una parte de la izquierda. Para muchos, los sueños asociados al PT han terminado desde hace meses, o tal vez años.
Una inestabilidad que durará años
Aunque el motivo de la discusión sea discutible, el procedimiento de destitución durante más de cuatro meses ha permitido expresarse a todos. El veredicto tiene lugar al final de un proceso de seis días, con decenas de horas de debates técnicos en donde el derecho de la defensa y la Constitución habrán respetado las formas, sin que haya convencimiento de la culpabilidad de Rousseff de los motivos indicados. En realidad, Rousseff es atacada “por haberse atrevido a una elección que contrariaba los intereses de los que querían cambiar la cabeza del país, y no haber impedido la continuidad de las investigaciones sobre la corrupción en Brasil”, afirma su abogado, el ex ministro de Justicia Jose Eduardo Cardozo. Los próximos dirigentes brasileños, aunque elegidos democráticamente, arriesgan mucho su destitución por motivos falaces como el empleado contra Dilma Rousseff. Este “precedente” creado por el procedimiento inédito promete una inestabilidad extrema en los próximos años.
¿Es la muerte de los BRICS?
Es cierto que desde hace muchos meses las economías brasileña y rusa se han visto sacudidas fuertemente. También es cierto que Brasil y Rusia han conocido un crecimiento sostenido en el transcurso de los diez últimos años. Esto permitió a Brasil elevarse al rango de sexta potencia mundial en 2013. Pero los recursos de ambos países están constituidos en lo esencial por la exportación de productos petrolíferos y materias primas. Cuando tuvo lugar la crisis de 2008 fueron los BRICS los que sostuvieron el crecimiento mundial. También se anuncia la muerte del TTIP. “Los países emergentes tomarán próximamente el liderazgo en el comercio internacional, haciendo retroceder a Occidente al segundo plano tras el fracaso de las negociaciones sobre el TTIP”, según un experto alemán: “Occidente dejará pronto de gobernar el juego en el comercio internacional, cediendo la plaza a los países emergentes”, ha declarado a Sputnik Folker Hellmeyer, economista jefe en el Bremer Landesbank. Los BRICS representan hoy el 30 por ciento del producto mundial, mientras que la Unión Europea sería responsable de la mitad del crecimiento. El problema es saber si el nuevo equipo de Temer continuará la vía precedente o se desenganchará […]
(2) El PMDB es el Partido del Movimiento Democrático Brasileño, el partido de Temer.