Han sido detenidos un total de 7 policías de la Brigada Científica de Madrid acusados falsificar pruebas en sus investigaciones.
Además, la responsable de esta comisaría, Gloria Martínez, fue destituida de su puesto en diciembre cuando aparecieron los primeros indicios de los fraudes.
Los policías «de bata blanca» actuaron fraudulentamente en varios casos. Falsificaban los análisis periciales para aumentar el número de casos resueltos y cobrar sobresueldos.
Aunque se desconoce desde hace cuánto tiempo los policías estaban manipulando las pruebas, pero todo apunta a que seguían este tipo de manipulaciones desde hace tiempo.
Los detenidos pasaron a disposición del Juzgado de Instrucción número 25 de Madrid y quedaron en libertad con cargos. La investigación se ha declarado secreta porque sigue abierta, ya que no se descarta la detención de más policías involucrados en los mismos chanchullos.
Las manipulaciones de pruebas afectaban a las inspecciones oculares de hechos delictivos, como robos en domicilios o locales. Los policías hacían que las huellas de una persona hallada en un lugar se vincularan a otro hecho delictivo diferente. De este modo la policía se aseguraba de involucrar a esas personas en otros delitos diferentes de los que habían dado lugar a su detención, aumentando aparentemente el número de casos resueltos y la «eficacia policial».
En España las huellas dactilares aún son el primer método de identificación policial y, aunque la policía diga lo contrario, siguen entintando los dedos de los detenidos, la palma de las manos e incluso los costados. El canto de la mano es importante para la identificación policía porque es lo que se apoya sobre el papel al escribir.
En 1986 el Ministerio del Interior informatizó todas las colecciones de huellas dactilares en una única base de datos llamada SAID, que en menos de un minuto las identifica. Anualmente la policía realiza unas 10.000 identificaciones por este procedimiento.
Lo mismo ocurre con la balística forense. Antes a cada pistola la policía le abría una ficha y luego buscaba carpeta por carpeta manualmente si el arma tenía antecedentes, es decir, si se había usado para cometer otro delito. Ahora, con la base de datos y el sistema de identificación informática tardamos en saberlo siete minutos, en caso de que se haya encontrado la vaina y entre quince minutos y una hora y media si lo que tenemos es la bala.
Para identificar otro tipo de huellas, los fabricantes de calzado envían a la policía el dibujo de la suela de los modelos que sacan al mercado, y lo mismo hacen los de neumáticos de coches.
La sección de informática forense se creó en 2000 y ha lanzado a la policía contra la pornografía infantil en internet. Este delito ocupa el 80 por ciento de los casos, seguidos de estafas y falsedades cometidas mediante la copia de tarjetas en los cajeros automáticos.
El departamento de informática forense de la policía hace unos 1.300 informes al año analizando discos duros, móviles, pinchos USB, cámaras digitales y otros dispositivos electrónicos.
Los peritos de la policía redactan más mil informes de antropología forense al año, en sus diferentes ramas: reconocimiento facial, odontología forense, otogramas (estudios de las orejas)… La oreja sirve para identificar. Por eso en las reseñas de detenidos se toman fotos de perfil que muestran las orejas.
Pero la explosión de la policía científica llegó hace 25 años con el ADN. Entonces creyeron que iba a ser la panacea y que las huellas dactilares iban a desaparecer. Pero el número de identificados sigue siendo mayor por huellas dactilares que por ADN, un 60 frente a un 40 por ciento. Además, el cotejo de las huellas dactilares es mucho más barato.
No obstante, la mayor parte de las veces la identificación por huellas o por ADN no tiene el carácter de prueba que le quieren dar, sino que es un mero indicio.