La situación política se deteriora en Nueva Caledonia, una colonia francesa en el Pacífico Sur, donde hay cientos de detenidos después de tres noches de levantamientos. Durante una rueda de prensa televisada, el comisionado francés para el territorio de ultramar, Louis Le Franc, afirmó que 200 manifestantes habían sido detenidas.
Le Franc añadió que la Gendarmería se había enfrentado a unos 5.000 manifestantes en la isla, incluidos entre 3.000 y 4.000 en la capital, Noumea.
Por su parte, el ministro del Interior, Gerald Darmanin, ha provocado un grave incidente diplomático al acusar de la agitación al gobierno de Azerbayán. Esta vez Rusia ha quedado fuera de las imputaciones.
El asunto es muy simple: Francia defiende a Armenia frente a Azerbayán, que se toma la revancha. Naturalmente, Azerbayán rechaza las acusaciones francesas.
En las redes sociales se han multiplicado las críticas a la actuación de la Gendarmería francesa, que califican de “criminal” y comparable a las matanzas cometidas en la guerra de liberación de Argelia hace 60 años.
Una de las fotos difundidas mostraba a un manifestante kanako muerto en la calle y rodeado de un charco de sangre. Francia dice que la imagen es falsa y que los bots que la han hecho circular los gestiona el gobierno azerí.
La prensa francesa aprovecha el montaje para decir que las imágenes de la represión de los gendarmes también son falsas. El gobierno de París pone en marcha los aparatos preparados para contrarrestar las “injerencias extranjeras”, para lo cual cuentan con los inquisidores y los cazadores de bulos.
Entre ellos destaca especialmente Viginum, que son las siglas de uno de esos oscuros departamentos del ejército francés que lucha contra las “injerencias digitales extranjeras” (*). Prepararon el tinglado para defender los Juegos Olímpicos de París de ciberataques procedentes de Rusia y se han tropezado con el gobierno de Azerbayán y los kanakos.
A partir de ahí los colonialistas pasan al contraataque y se llenan la boca de agravios. Dicen que el primer ciberataque de Azerbayán contra los Juegos Olímpicos de París coincide con la entrega de equipo militar por parte de Francia a Armenia. Luego se lamentan de que en febrero, durante la visita de una delegación de ministros franceses a Nueva Caledonia, los kanakos enarbolaron banderas azeríes en las manifestaciones.
Incluso sacan a relucir un “acuerdo de cooperación” firmado en abril entre un cargo electo kanako y el gobierno de Bakú.
La reforma del censo electoral margina a los kanakos
El origen del levantamiento anticolonial de esta semana es una reforma del censo electoral que margina a los kanakos con la apariencia de ampliar los derechos de la población de origen europeo destinada en las islas de manera provisional, que va a poder votar en las elecciones locales.
El problema de los kanakos es el de cualquier colonia, que ha visto crecer la población emigrante a costa de la autóctona, hasta el punto de que nunca van a poder vencer en niguna contienda electoral. Se han quedado en minoría porque la población procedente de la metrópoli no es considerada como emigrante, sino como originaria, aunque sólo se encuentre en las islas provisionalmente, como es el caso de los funcionarios y militares franceses.
El término “kanako”, que significa “humanidad” en hawaiano, designa a las poblaciones autóctonas y fue utilizado de manera peyorativa por los colonizadores en el siglo XIX, hasta que los autçoctonos se apropiaron de ella un siglo después para reivindicar la independencia de su país.
Según el censo de 2019, se identifican como kanakos 111.856 personas, lo que constituye un poco más del 40 por cien de los 271.000 habitantes de las islas.
Los kanakos llaman despectivamente “caldoches” a los descendientes de los colonos franceses nacidos en Nueva Caledonia.
También son habituales los términos “metro” o “zoreill” para referirse, de manera peyorativa, a los residentes metropolitanos temporales, que no son bien vistos ni por kanakos ni caldoches. Pertenecen sobre todo a la administración pública y el ejército.
En 2019 formaban parte de este colectivo 65.488 personas, lo que representa el 24 por cien de la población, mientras que el 11 por cien se consideran mixtos.
Por lo tanto, son la segunda comunidad más grande de Nueva Caledonia. La que en cualquier votación puede inclinar la balanza a favor del colonialismo, porque ellos son quienes lo gestionan.
La manipulación del censo electoral de Nueva Caledonia no es, pues, más que un intento de la metrópoli de preservar el estatuto colonial del archipiélago
(*) https://www.sgdsn.gouv.fr/notre-organisation/composantes/service-de-vigilance-et-protection-contre-les-ingerences-numeriques