El Cuerpo Químico del Ejército de los Estados Unidos se remonta a la Primera Guerra Mundial con la creación de una unidad especializada en gas para la Fuerza Expedicionaria Estadounidense (AEF) en Europa. El Departamento de Guerra creó el Servicio de Guerra Química (CWS) el 2 de junio de 1918. El CWS entrenó y equipó a la AEF para el combate químico (1).
De 1948 a 1975, el Cuerpo Químico del Ejército de los Estados Unidos realizó investigaciones clasificadas con sujetos humanos en las instalaciones del Arsenal de Edgewood, en Maryland. Estos experimentos comenzaron tras el fin de la Segunda Guerra Mundial y el objetivo era evaluar el impacto en el personal militar de productos farmacéuticos, psicotrópicos y vacunas en colaboración con la farmacéutica Glaxo (2).
A partir de este año 2025, The Defense Innovation Unit (DIU, Unidad de Innovación en Defensa) de Estados Unidos usarán herramientas de inteligencia artificial facilitadas por la empresa tecnológica Scale AI. El estado final del sistema acelerará la toma de decisiones, permitiendo a los planificadores sintetizar más rápidamente grandes cantidades de información, generar múltiples cursos de acción y realizar juegos de guerra impulsados por IA para anticipar y responder a supuestas amenazas (3).
La Unidad de Innovación de Defensa subrayó que este nuevo sistema se usará primero en el Comando del Indo-Pacífico (INDOPACOM) y en el Europeo (EUCOM) para apoyar las actividades de planificación de misiones bélicas, como la asignación de recursos o la evaluación de estrategias (4).
La guerra de Ucrania ha demostrado que la dependencia del ejército estadounidense de costosas “piezas claves”, como portaaviones, submarinos nucleares, bombarderos B-52, tanques Abrams y sistemas de misiles antiaéreos Patriot, ha sido en gran medida ineficaz. La guerra moderna ha evolucionado para utilizar enjambres de drones baratos que pueden abrumar a armas que son, en
general, muchísimo más caras. Los sistemas de nueva generación han demostrado ser mucho más eficaces (5).
Silicon Valley, históricamente reacio a colaborar con la industria de defensa, ha estrechado sus lazos con el Pentágono en los últimos meses. Hace un año, los creadores de ChatGPT ya habían flexibilizado su política para autorizar colaboraciones con el ejército, al tiempo que incorporaban al antiguo director de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) y reclutaban en agosto de 2024 a Sasha Baker, que había sido responsable del Pentágono bajo el mandato de Biden, para dirigir un equipo dedicado a las llamadas “políticas de seguridad nacional”. El 6 de diciembre de 2024, Anduril y Palantir, dos de las principales empresas centradas en la tecnología de guerra y estrechamente vinvuladas con Peter Thiel (multimillonario co-fundador de
Paypal y primer financiador de Facebook), anunciaron la creación de un consorcio “destinado a garantizar que el gobierno estadounidense lidere el mundo de la inteligencia artificial” (6).
Empresas como Microsoft o Amazon protegen las telecomunicaciones ucranianas y hay startups que se dedican a procesar comunicaciones rusas. Son algunos ejemplos de cómo la tecnología está siendo determinante en la guerra de Ucrania. Sin la inteligencia y tecnología que Estados Unidos cedió en los primeros días de conflicto, el Ejército ucraniano no habría resistido el embate ruso en Kiev. “Ya no importa cuán grande sea un ejército, sino su capacidad estratégica y tecnológica” (7).
El libro “Unit X: How the Pentagon and Silicon Valley Are Transforming the Future of War” de Raj Shah y Christopher Kirchhoff, escrito por los propios fundadores de Defense Innovation Unit (DIU), escriben que en un mundo donde un algoritmo puede decidir el destino de cualquier ciudad, recuerdan que la verdadera innovación no está en el código, sino en reinventar las instituciones que lo gobiernan (8).
Figuras prominentes de la industria tecnológica gozan de inmunidad. ¿Por qué nadie recuerda los doce juicios posteriores a Núremberg en los que se condenaron ejecutivos de varias empresas, entre ellas IG Farbenindustrie AG, que fue un conglomerado alemán de compañías químicas fabricantes de los gases para los campos de exterminio (BASF, Bayer, Hoechst, Agfa, Chemische Fabrik Griesheim-Elektron y Chemische Fabrik vorm)?
El juicio contra IG Farben tuvo lugar del 14 de agosto de 1947 hasta el 30 de julio de 1948. Los acusados eran veinticuatro altos ejecutivos de I. G. Farbenindustrie AG, entre ellos, el presidente del Consejo de Supervisión, los diecinueve miembros del Consejo de Administración y cuatro directores. Carl Krauch, químico y presidente del Consejo de Supervisión, fue el principal acusado en este proceso (9).
Los estatutos del TPI (Tribunal Penal Internacional) que son papel mojado, reconocen explícitamente diversas formas de complicidad. Entre ellas se incluye el suministro de las herramientas y el apoyo necesario para cometer crímenes de guerra y genocidio, pero la CPI al servicio de Estados Unidos, la Unión Europea y Gran Bretaña, mira hacia otro lado. Si dicha Corte estuviera al servicio de un hipotético derecho internacional, los ejecutivos tecnológicos de Silicon Valley y otros, cuyas innovaciones se dirigen hacia la violencia a gran escala, deberían sentarse en el banquillo de los acusados, como en los juicios posteriores a Nuremberg citados.
“La intersección de la tecnología avanzada y la guerra, impulsada por poderosos magnates de la tecnología, ilustra una realidad escalofriante: las herramientas diseñadas bajo una propaganda para mejorar la vida de las personas y evitar sufrimientos, se están utilizando para destruir y devastar. Peor aún, parece que campos de guerra como Gaza se consideran espacios de pruebas relativamente libres de riesgos para estos sistemas tecnológicos” (10).
Un largo camino desde el Servicio de Guerra Química (CWS) hasta la Unidad de Innovación y Defensa (DIU) en el cual la ciencia y sus aplicaciones tecnológicas, sus investigadores, sus financiadores, han estado al servicio exclusivo de la guerra como elemento colateral a la acumulación de capital.
En este entramado dos preguntas: ¿dónde queda recluido el proletariado? ¿Dichos mecanismos tecnológicos, qué futuro avizoran para la lucha de clases? No se trata de responder ahora, pero es exigible preguntarse mucho e indagar si se quiere ser sujeto social en las finalidades y objetivos de todo ello.
(1) https://www.ccrassn.org/history/
(2) https://digital.sciencehistory.org/works/rx913q529
(3) https://www.diu.mil/latest/dius-thunderforge-project-to-integrate-commercial-ai-powered-decision-making
(4) https://www.dw.com/es/el-pent%C3%A1gono-firma-un-acuerdo-para-usar-inteligencia-artificial-en-maniobras-militares/a-71860239
(5) https://lamiradadisidente.es/project/silicon-valley-y-la-guerra/
(6) https://legrandcontinent.eu/es/2025/01/30/ia-en-el-pentagono-la-guerra-del-nuevo-silicon-valley/
(7) https://elordenmundial.com/silicon-valley-ucrania-guerra-probar-tecnologias-vigilancia/
(8) https://www.qtorb.com/unit-x-como-el-pentagono-y-silicon-valley-estan-transformando-el-futuro-de-la-guerra/
(9) https://werle.rewi.hu-berlin.de/IGFarbenCase.pdf
(10) https://misionverdad.com/traducciones/cadenas-digitales-de-muerte-el-lado-oscuro-de-la-tecnologia-en-la-guerra
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