John Brown |
Pero cuando en 1854 Kansas abolió la esclavitud, fue invadido por 3.000 soldados procedentes de Missouri, que quemaron las casas de los negros, hasta el punto de destruir por completo en 1856 la ciudad de Lawrence. Los partidos se dividieron; mientras los republicanos apoyaron al norte abolicionista, los demócratas se mostraron favorables al sur esclavista.
Un movimiento guerrillero compuesto de negros y blancos aplastó a las tropas intervencionistas. En la batalla de Osawatomie, uno de los dirigentes guerrilleros, John Brown, un blanco abolicionista, defendió la ciudad contra 400 hombres armados. En 1859 Brown trató de formar zonas liberadas en las colinas de la parte occidental de Virginia. Junto con otros 20 combatientes tomó un arsenal y se apoderó de la ciudad de Harpers Ferry.
Pero no logró que los esclavos se unieran al movimiento. La unidad fue rodeada por una compañía del ejército al mando del coronel Robert E. Lee. Diez guerrilleros, entre ellos dos de los hijos de Brown, murieron en la batalla y él fue herido y obligado a rendirse. Fue detenido y acusado de traición y asesinato, siendo ahorcado el 2 de diciembre de 1859 en Virginia. “Una parte de la luz humana se ha apagado”, comentó entonces el escritor francés Victor Hugo.
Eran los prolegómenos de la guerra civil, donde las fuerzas abolicionistas marcharon a la batalla cantando un himno en honor a John Brown:
“El cuerpo de John Brown yace en su tumba
“pero su alma desfila junto a nosotros”
Tras la victoria electoral de Lincoln en 1861, los Estados sudistas crearon la Confederación de Estados de América, cuyo gobierno fue reconocido como legítimo por Francia e Inglaterra. Los del norte les declararon la guerra. El norte industrial estaba habitado por 22 millones de personas, mientras el sur apenas contaba con unos 5 millones de blancos y 4 de negros. En el norte, de un total de 2,1 millones de soldados, 180.000 erean negros.
En los valles de Mississippi y Carolina del sur, los negros ocuparon las tierras y gestionaron su cultivo. Tras la guerra, la situación no se pudo mantener y el ejército expulsó a los negros de las tierras ocupadas.
La abolición fue un acto formal, papel mojado. En el sur los blancos no admitieron la derrota, ni el fin de la esclavitud, ni que los negros tuvieron el mismo derecho de voto que ellos. Surgió el Ku Klux Klan, bandas parapoliciales que mantenían a los negros sometidos por el terror.
Otros negros contrajeron deudas con sus antiguos amos que los mantenían en la misma situación de dependencia. Se mantuvieron situaciones similares por medio de contratos de arrendamiento de tierras en los que los dueños eran los antiguos esclavistas y los inquilinos los negros.
La esclavitud forzosa fue sustituida por la esclavitud asalariada y el apartheid. “Iguales pero separados”, fue la fórmula que acuñó el Tribunal Supremo para legalizar la nueva situación. “Hecha la ley, hecha la trampa”. En 1870 las leyes de Jim Crow sancionaron la segregación racial, la separación entre negros y blancos en los restaurantes, los teatros, los transportes…
Las escuelas aún eran un terreno prohibido para los negros, lo cual tenía sus consecuencias sobre el voto, que no sólo dependía de un nivel de ingresos al que los negros nunca llegaban, sino también del nivel de estudios. Todo había cambiado para que todo siguiera igual… o peor.
Los linchamientos, las violaciones y toda suerte de persecuciones brutales contra los negros no cesaron nunca. Cuando en 1893 se celebró la exposición universal de Chicago, los negros organizaron una campaña: “¿por qué la América negra no tiene representación?”