El gobierno alemán pretende convocar una conferencia internacional sobre el país norteafricano para adquirir influencia en el norte de África.
La Guerra de Libia no ha disminuido en intensidad desde 2014. En abril las milicias de Jalifa Haftar, cuyo poder está bien establecido en el este del país, luchan contra otras milicias que apoyan al llamado Gobierno de Unidad Nacional establecido en Trípoli, la capital del país.
Ambas partes tienen apoyo extranjero. Haftar cuenta con la ayuda de Egipto y Emiratos Árabes Unidos, mientras el Gobierno de Unidad Nacional recibe el apoyo de Turquía. La ayuda incluye suministros de armas, algunas de las cuales son alemanas, a pesar del embargo internacional ordenado por la ONU.
Berlín es la enfermedad y quiere ser el remedio. Los imperialistas y la ONU comparten la responsabilidad de la situación en Trípoli y Alemania tiene su cuota en la desoladora situación del país norteafricano porque los soldados alemanes participaron en las tropas de la OTAN que atacaron Libia en 2011. La OTAN no sólo destruyó Libia como Estado sino también como sociedad.
A principios de 2016 el gobierno alemán también desempeñó un papel clave en el establecimiento del llamado Gobierno de Unidad Nacional, dirigido por el Primer Ministro Fayez AlSarraj, principalmente para utilizarlo como tapadera y evitar los flujos de refugiados. En ausencia de un poder independiente, el gobierno libio de unidad nacional se convirtió rápidamente en una mera fachada detrás de la cual los grupos armados y sus intereses asociados mueven los hilos (1). De hecho, Trípoli está dominado por una red de grupos armados que mezclan círculos empresariales, políticos y burocráticos.
Después de 2011 y 2016 estamos ante el tercer intento de los imperialistas alemanes de controlar la situación en Libia para reforzar su influencia en el norte de África. En septiembre de este año Merkel dijo en el Bundestag que la Guerra de Libia es una amenaza de escalada hacia una guerra de poder total, como en Siria. Berlín considera que es necesaria una intervención inmediata para evitarlo.
Los imperialistas necesitan reconstruir lo que destruyeron en 2011. El embajador alemán en Trípoli, Oliver Owcza, ha anunciado que su país planea organizar una conferencia internacional sobre Libia a celebrar en Berlín y ya han comenzado los preparativos. La iniciativa la llaman “Proceso de Tres Pasos”: un alto el fuego, una conferencia internacional y una reunión de las partes en guerra (2).
El viaje de Maas a Libia tiene como meta el “Proceso de Tres Pasos”. En le país norteafricano Maas está llevando a cabo conversaciones con dirigentes libios del gobierno de Al-Sarraj en la ciudad costera de Zuwara, al oeste de Trípoli.
El ministro alemán ha dicho a los medios que el problema fundamental de Libia es la influencia extranjera, lo cual sólo se le ocurre decir a un tonto de remate. ¿No es él extranjero?, ¿no es él responsable de la guerra?
Lo que Maas quería decir es que Libia es el teatro de operaciones en que se juegan la contradicciones entre las grandes potencias imperialistas y sus sicarios sobre el terreno, cuyo radio de acción va más allá del norte de África. Por ejemplo, Alemania apoya a Al-Sarraj mientras Francia apoya a Haftar.
El ministro no tardó en darse cuenta del alcance de dicho radio de acción cuando tuvo que salir por piernas apresuradamente debido a los rumores de un inminente ataque aéreo.
El ejército alemán lleva 18 años en Afganistán, 6 años en Mali, otros tantos -por lo menos- en Siria y bajo la ropa de camuflaje de la OSCE tiene las manos metidas en el charco ucraniano…
(1) Wolfram Lacher, Das Milizenkartell von Tripolis, SWP-Aktuell, núm. 28, mato de 2018. Ver también “Die nächste Runde im libyschen Krieg”
(2) Mirco Keilberth, Maas von Ufo zur Abreise bewogen, 29 de octubre de 2019