El lunes el portal ruso de información Segodnia publicó un interesante análisis sobre Ucrania de Boris Djerelievski, veterano soviético de las guerras de Afganistán y Chechenia y activo impulsor de la solidaridad del pueblo ruso con los habitantes del Donbás.
El veterano soldado expone lúcidamente el punto de vista del Kremlin, que insiste machaconamente sobre la unidad de Ucrania como Estado. ¿Por qué Rusia no admite la división del país?
En su exposición Djerelievski deja al margen que Ucrania ya se dividió cuando Crimea se incorporó a Rusia, lo cual es explicable por el especial estatuto político que tenía aquella región, que así se lo permitía y que ejecutó tras el golpe de Estado de Kiev.
Llama poderosamente la atención que, como viene siendo habitual, en sus escritos los analistas rusos vuelven continuamente la mirada hacia la URSS para establecer comparaciones y Djerelievski hace la suya. Rusía podría unirse al coro de los imperialistas que pretenden la partición de Ucrania, como hicieron en la posguerra con Alemania o Corea, a lo que podríamos añadir el Yemen, otro país dividido desde su surgimiento hasta 1990, es decir, hasta la desaparición de la URSS. Incluso se podría mencionar el ejemplo inverso de la reconstrucción de Yugoeslavia en 1945 como país unificado.
Djerelievski se decanta por la división de Alemania e insiste en la oposición “categórica” de Stalin al desmembramiento: Stalin era partidario de una Alemania unificada, incluso si tuviera que formar parte del bloque capitalista, con una única condición: debía asumir un estatuto internacional de neutralidad. Fueron Estados Unidos y Gran Bretaña quienes se empeñaron en utilizar a Alemania como ariete contra la URSS, para lo cual necesitaban alinear al país centroeuropeo dentro del bloque de la OTAN.
Según Djerelievski, lo mismo sucede hoy con Ucrania. Rusia no quiere desmembrar al país; su única pretensión es no tener al enemigo a las puertas. Si no pueden tener un vínculo amistoso con Ucrania, por lo menos pretenden tener a alguien neutral que no le llene las fronteras de bases militares.
Dado que tras la caída del Telón de Acero, el imperialismo no ha sido capaz de cumplir ninguna de las promesas que hizo, absolutamente ninguna, Moscú quiere -y está en su derecho- de exigir garantías firmes. Una de esas garantías -escribe Djerelievski- podría ser la creación de las Repúblicas de Novorrusia confederadas dentro de Ucrania.
La población del Donbás no quiere y no puede vivir en una Ucrania, como la actual, presa del fascismo y el nacionalismo más desbocados, donde los héroes son Bandera y Chujevich.
Además, añade Djerelievski, no se puede hacer borrón y cuenta nueva. Hay que llevar a los criminales de guerra al banquillo de los acusados. No hay otra forma de cambiar la naturaleza de un Estado cuyo origen está en un derrocamiento violento del gobierno legítimo.
“El pueblo de Novorrusia no se puede convertir en la moneda de cambio de los juegos geopolíticos del Kremlin”, afirma este veterano de guerra. Eso no significa que los solidarios no deban seguir prestando apoyo y protección a los combatientes del Donbás, “y si la situación evoluciona de tal manera que los planes que defendemos no se puedan cumplir, y si la salvación del Donbás pasa por el reconocimiento oficial del estatuto de Estados soberanos de las Repúblicas Populares, Moscú dará ese paso”.
La advertencia de Djerelievski no puede ser más transparente, pero va seguida de la constatación de que ese paso sería más un remedio que una solución: “Se trarará de una derrota. Los enemigos de nuestro país conservarán una cabeza de puente en su lucha contra nuestro país. Esa cabeza de puente se llenará de cabezas desorientadas, empobrecidas, coléricas, presas fáciles para los manipuladores y los provocadores. Como mínimo emplazarán misiles y el país se convertirá en una base para los terroristas”.
Como cabía esperar, a los imperialistas las necesidades y los intereses de Rusia les importan un bledo, tanto si son legítimos como si no. Por eso se empieza a abrir camino la tesis de la división de Ucrania, que más de un cretino presentará luego como si se tratara de un “reparto” de las esferas de influencia. Los imperialistas incluso proponen abiertamente la “balcanización” de Ucrania, un desmembramiento como el que se llevó a cabo en Yugoeslavia en los noventa.
Pero esa no es la salida que busca Rusia, que defiende la unidad de Ucrania, algo que es imposible bajo el Estado actual, poco más que un protectorado sometido al imperialismo y a las hordas fascistas.