Y en diciembre de ese mismo año se convirtió en guerrillero novato, cuando la expedición de 82 hombres encabezada por Fidel Castro y que zarpó en el yate Granma en la madrugada del 25 de noviembre del puerto mexicano de Tuxpan, Veracruz, fue recibida a sangre y fuego en el oriente de Cuba por las tropas del dictador cubano Fulgencio Batista pero triunfó el 1 de enero de 1959.
Nacido el 14 de junio de 1928 en Rosario, en el noreste de Argentina, el hijo de Ernesto y Celia pereció en otra insurgencia —el 9 de octubre de 1967 en las montañas de Bolivia— y se convirtió en un mito de guerrillero heroico para jóvenes, idealistas, revolucionarios y rebeldes, pero en criminal, terrorista o enemigo de Estados Unidos y de un largo listado de gobiernos, dictaduras y dictadores que nunca le perdonaron por irradiar su imagen y su pensamiento para estimular la creación de movimientos armados de liberación nacional en América Latina y el Caribe.
Curtido por su experiencia bélica en Cuba, en 1964 renunció a sus responsabilidades estatales en la revolución cubana y migró a África, para involucrarse en Congo en 1965 en lo que fue un fallido emprendimiento guerrillero. Tras retornar a mediados de 1966 a La Habana, se hundió de inmediato en la preparación de su nueva meta: la guerrilla en Bolivia para combatir al régimen gobernante, militar y proWashington.
Encubierto con una identidad falsa —Adolfo Menta, uruguayo— y con profundos cambios en su rostro, a finales de 1966 inició su travesía hacia suelo boliviano y a principios de noviembre llegó a las montañas del sureste de Bolivia, cerca del río Ñancahuazú con casi medio centenar de combatientes del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
En enero de 1965 envió un “Mensaje a los Pueblos del Mundo” a propósito de la Primera Conferencia Tricontinental —América Latina, Asia y África— reunida en La Habana, instó a la guerra contra Estados Unidos y lanzó un clamor en momentos de agudización de la presencia militar estadounidense en Vietnam, en lo que fue un fracasado intento de Washington por sofocar a las guerrillas norvietnamitas.
La Tricontinental aportó una histórica proclama mundial del Che de rebeldía global y de aliento guerrillero. En su mensaje pidió “crear dos, tres… muchos Vietnam, es la consigna”.
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