Zelensky las ha llamdo “Cumbre de Paz Mundial”, un término pertencioso, mientras lamenta que haya países que no quieren participar. Lo que no lamenta es que otros, como Rusia, no puedan.
La cita es en Suiza, donde Zelensky presentará su “fórmula mágica” para alcanzar la paz en Ucrania, es decir, para lograr en un despacho lo que no ha logrado en un campo de batalla.
No es de extrañar que haya países que no quieran perder su tiempo en esa “fórmula mágica”.
Scholz dice que hay varias iniciativas para poner fin –o al menos congelar– la guerra. En una entrevista con los medios alemanes, confirmó que las conversaciones se están llevando a cabo sin la participación de Rusia.
Puso como ejemplo la protección de la central nuclear de Zaporiya, algo que no es de recibo: quien bombardea la central desde hace dos años es el ejército ucraniano, por lo que el remedio de cualquier “accidente” lo tienen al alcance de la mano, sin necesidad de negociar nada con Rusia, que es quien defiende la central.
Las perogrulladas de Socholz no se acaban ahí. También dijo que la “paz” se puede lograr en cualquier momento si Moscú retira sus tropas del campo de batalla. En efecto, la guerra se acabaría mañana mismo si Rusia se rindiera, pero no es el caso.
Por esa vía, todo invita a pensar que la conversaciones de “paz” se harán para las cámaras de la televisión, como si fuera un rodaje.
Rusia no tiene ninguna garantía de seguridad para poner fin a las hostilidades, sobre todo tras el salto adelante que supone la masacre de Crocus. Con el tiempo las posibilidades de una resolución diplomática no han aumentado, sino todo lo contrario. El gobierno ucraniano recurre a los ataques contra la población civil, con el beneplácito de las potencias occidentales, e incluso con su apoyo directo.