Argentina es un país donde los golpes de estado se vienen dando desde el año 1930. El último de ellos es de 1976, y no hay memoria en el país de algo tan devastador ni sangriento que esa dictadura, que dejó un país deshecho, una economía en ruinas y 35.000 desaparecidos.
Pero para entender mejor todo lo ocurrido es necesario tener en cuenta que Argentina es un país periférico del desarrollo, y que su política estuvo dictada siempre por alguno de los imperios modernos. Antes Inglaterra y ahora EEUU.
En paises como este el imperialismo hace y deshace a su antojo, pero para ello necesita apoyos internos, y para ello siempre se apoya en las fuerzas armadas, y en una oligarquía obsecuente que está a sus órdenes, y en una burguesía que no es de fiar, aún a sabiendas de que esa burguesía será la que junto a la clase obrera quien pagará el banquete de la boda.
En 1976 Argentina pasaba por una situación caótica. Dos años antes Perón había muerto, las organizaciones armadas significaban un serio peligro no solo para el gobierno que ejercía la viuda de Perón, una mujer ignorante y reaccionaria, sino para el sistema mismo. La economía estaba exhausta, había una inflación del 150% anual, y se acumulaban las deudas. Hubo una devaluación del peso de un 50%, que acabó arruinando a las clases medias y obreras del país, y las fuerzas armadas estaban asustadas por lo que podría venir. Ya había habido golpes militares en Brasil, en Uruguay, en Chile y en Bolivia, y el imperialismo campaba a sus anchas,
Ante esa situación las FFAA dieron un ultimátum a la presidenta María Estela Martinez de Perón para que pusiera orden en el país, otorgándole un plazo de 90 días para que arreglara la situación. Era imposible hacer nada, ya que dentro del propio gobierno peronista había sectores que apoyaban el golpismo de las FFAA, y una organización paramilitar la Triple A, asesinaba a mansalva en las calles a los militantes de las organizaciones populares que se oponían tanto al golpe como al gobierno peronista.
La Juventud Peronista, organización revolucionaria, la organización político militar Montoneros, de orientación peronista y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) otra organización político militar, ponían en jaque a las FFAA.
La situación no podía ser peor, y en ese marco, finalmente las FFAA dan un golpe sin sangre el día 24 de marzo de 1976, deteniendo a la presidenta de la República, y poniendo en marcha una política de exterminio físico de la oposición, creando campos de concentración donde la tortura y la posterior muerte y desaparición son moneda corriente.
La entrega de la economía del país al gran capital transnacional se lleva a cabo de manera minuciosa y se desata una políticade rapiña del patrimonio de los desaparecidos que es calificada como «botín de guerra», se prohiben las huelgas, se intervienen los sindicatos, las universidades y todas las instituciones estatales son administradas por interventores militares, que saquean sus patrimonios.
Todo este maremagnum no era improvisado. Todo se hizo en virtud de un plan muy minucioso, todo estaba planificado.
Ahora bien, nos cabe la pregunta de si todo esto era secreto, o al contrario, hubo una «preparación» ideológica. Todo se preparó y se prescindió del secreto. Desde la propia llegada de Perón a Argentina, donde una manifestación gigantesca de dos millones de personas de la izquierda salió a la las calles a recibirlo comenzo una persecución feroz de los sectores de la izquierda peronista, con centenares de muertos, en la Universidad ocurrió tres cuartos de lo mismo, en los ministerios, en la judicatura; todos los estamentos sociales fueron atacados y algunos debieron exiliarse y otros fueron muertos.
El coronel Beaufré antiguo represor francés en Vietnam, enseñaba a torturar en la Escuela Superior de Guerra. El coronel argentino Mohamed Alí Seineldin, jefe luego de los carapintadas, enseñaba a torturar a alumnos argentinos en la escuela de las Américas de Panamá.
Otros alumnos aventajados de dicha escuela fueron los generales argentinos Galtieri, Menendez, Bignone, Suarez Mason y los coroneles Aldo Rico y Seineldin, los almirantes Massera, Lambruschini, y Rial, y los brigadieres Di Bello, Grafigna y Agosti. Todos estos oficiales estaban coordinados por el general Alexander Haig, luego secretario de estado de los EEUU, que finalmente viaja a Buenos Aires durante la guerra de Las Malvinas para convencer a los militares argentinos de que abandonen esa guerra. El corto general Galtieri cree en su estupidez que Haig viene a solidarzarse con él, y no logra entender que EEUU prefiera a su aliado inglés que a Argentina y exclama: ¡Así nos pagan, con las manos que les hemos echado en Nicaragua!