En un informe anual publicado ayer por la Oficina de Información del gobierno, Pekín pasa revista a las violaciones de los derechos humanos cometidas en Estados Unidos durante el pasado año.
Actualmente inmersa en un tira y afloja diplomático con varios países occidentales por cuestiones de derechos humanos, Pekín marca el tono de esta edición de 2021 con un prólogo: la frase “No puedo respirar”, pronunciada por George Floyd antes de ser asesinado.
A continuación, el Presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, analizó los disturbios del Capitolio como el resultado de “las repetidas mentiras, la división y el desprecio por la democracia, el odio y la incitación a la revuelta, especialmente desde el más alto nivel”.
Entre los numerosos puntos planteados en el informe, Pekín subraya también la devastación humana causada en Estados Unidos por la pandemia, “debido a la negligente respuesta del gobierno” y menciona el elevado número de muertos en ese país, que supera los 500.000. También se señala el desempleo masivo resultante de las medidas adoptadas contra la epidemia y la brecha entre ricos y pobres, que sigue aumentando.
Según informa la agencia de prensa china Xinhua, la Oficina de Información del Consejo de Estado también subraya el deterioro de la situación de las minorías, debido a la discriminación racial, contra la que protesta especialmente el movimiento Black Lives Matter.
El informe, que responde a los Country Reports on Human Rights Practices (documento que publica cada año el gobierno estadounidense sobre la situación de los derechos humanos en todo el mundo, excepto en Estados Unidos), considera también que el racismo es sistemático en el país.
La publicación coincide con un aumento de las tensiones entre China, por un lado, y varios países occidentales, entre ellos Estados Unidos y Francia, por otro. Recientemente señalada y sancionada por varios países occidentales y la Unión Europea, China también tiene su propia opinión sobre las violaciones de los derechos humanos en Estados Unidos.
La propia China ha sido sancionada por la Unión Europea, pero también por Estados Unidos, por su trato a la minoría musulmana uigur de la provincia de Xinjiang y ha decidido tomar represalias imponiendo sanciones a organizaciones y personalidades europeas, entre ellas el eurodiputado Raphael Glucksmann.
Esta respuesta ha disgustado mucho a Bruselas. Los Países Bajos, Alemania, Francia, Dinamarca, Suecia y Lituania convocaron a representantes chinos a sus países para darles una charla. Pekín replicó diciendo que se trataba de “intimidación” e “hipocresía”.