Lo único que hace el gobierno pepero, es seguir machaconamente hablando del cumplimiento de la ley y de la constitución. No cabe duda tampoco de que estamos ante una situación pre revolucionaria, y que ello implica un cambio de la legalidad. La revolución francesa de 1789, significó la demolición de la legalidad monárquica, al igual que la rusa de 1917, la china de 1949 y la cubana de 1958. Sería absurdo que una nación como la catalana se planteara declarar la independencia manteniendo las leyes españolas y la monarquía española.
El discurso pronunciado por Felipe VI hace dos días preanuncia un desenlace fatal para Cataluña, y es llamativa la pasividad de las otras nacionalidades que conforman el mosaico español, cuando esta es la mejor oportunidad de crear una situación que sería insoportable para el estado español, y que le obligaría a negociar una nueva configuración del propio estado que de no hacerse significaría entrar en un tirabuzón mortal.
Cataluña es una nación por su historia, por su lengua y por representar una cultura propias.
El estado franquista intentó vanamente erradicar toda cultura, y llegó a prohibir el uso de las lenguas locales. Estaba prohibido hablar en catalán, en gallego o en euskera. Pero, ¿cómo se puede prohibir hablar en un idioma propio? Es algo como querer tapar la luz del sol.
Está claro que el intento catalán de independencia fracasará porque el estado español tiene una constante histórica, que el uso de la fuerza bruta, la represión, la tortura, la cárcel. Los fascistas españoles decían que su fuente de inspiración era San Agustín, que consideraba que la pena de muerte era una facultad del estado y que podía aplicarse. Ello dio lugar a que quienes torturaban sin matar se justificaran diciendo que torturar era menos que matar, y por lo tanto no violaban el pensamiento de San Agustín.
A pesar de todo lo que estamos viendo; y a pesar de que el estado español va a reprimir a sangre y fuego las veleidades independentistas catalanas, lo que está sucediendo es de dimensiones históricas, y nos enseñan el camino a seguir si queremos cambiar el rumbo de España y de Cataluña.
Otra vez estamos ante las dos Españas. La España revolucionaria, que quiere enterrar de una vez al gobierno pepero, la España laica, tolerante, moderna, antifascista, abierta, y la España de Sacristía, de confesionario, de la Guardia Civil de la que hablaba Lorca, de la sordidez, de la policía represora y torturadora jaleada por todo el facherío. Saquemos las necesarias enseñanzas.