El martes la asociación Familias Rurales publicó un estudio (*) sobre la capacidad adquisitiva de los franceses y la inseguridad alimentaria. Las conclusiones son demoledoras: en alimentación la inflación es del 12 por cien y hay casi 11 millones de lo que califica como “precariedad alimentaria” para no hablar de personas hambrientas.
Los precios de determinados productos alimenticios se han disparado vertiginosamente: 40,6 por cien para las zanahorias, 23,2 por cien para la leche semidesnatada y 20,4 por cien para el arroz.
Como cabía esperar, la situación es aún más preocupante en los enclaves coloniales extranjero, con una inflación equivalente en productos hasta dos veces más caros y un ingreso medio un 20 por cien menor en Guadalupe y un 33 por cien menor en Reunión. Por último, en Mayotte, los ingresos son hasta seis veces inferiores a los de la Francia continental.
El año pasado uno de cada dos franceses dejó de comer o de calentarse por falta de medios. En los hospitales aumentan los ingresos de cientos de miles de enfermos. Se gastan 20.000 millones de euros cada año para tratar patologías que se pueden prevenir con una mejor alimentación.
Familias Rurales, asociación miembro de la Unión Nacional de Asociaciones Familiares, recomienda en su informe un «plan alimentario» para Francia mediante el establecimiento de una asignación mensual de alimentos que abarcaría productos buenos para la salud y destinado a todos los consumidores sin condiciones de ingresos.
Mientras, Macron se gasta el dinero en enviar armas para Ucrania.
(*) https://www.famillesrurales.org/observatoire-prix-grande-consommation-2023