Camerún firma un acuerdo militar con Rusia

A mediados del mes pasado, en plena Guerra de Ucrania, el ministro camerunés de Defensa, Joseph Beti Assomo, viajó a Moscú para firmar un acuerdo militar con su homólogo ruso, el general Serguei Shoigu.

Es un signo de los tiempos, de que la retórica de la OTAN no alcanza a los países más empobrecidos del mundo, que no esperan nada de Estados Unidos.

En el Kremlin llevan un listado de lo que Putin califica como “países no amigos” y entre ellos no hay ningún africano. Todos los ministros de Defensa africanos han expresado la necesidad de contar con el apoyo de Moscú en su lucha contra el terrorismo yihadista, pero en la vieja Europa la opinión de África no cuenta para nada, y la de Rusia tampoco.

Washinton ha enviado a sus diplomáticos a recorrer los países africanos para que se sumen al embargo contra Rusia, sin ningún éxito. No han logrado que cierren el espacio aéreo a los vuelos que llevan armas y material de guerra a Mali.

Los emisarios estadounideses amenazan a los países africanos con imponerles sanciones si no se suman a las sanciones a Rusia. Pero Lavrov ya ha vuelto de su viaje a Argel, donde habrá hablado de gas, de Mali, del Sáhara, de España y de la ruptura de relaciones diplomáticas con Marruecos.

El Presidente camerunés, Paul Biya, no es Lumumba ni Sankara; más bien todo lo contrario. Su gobierno mantiene fuertes vínculos neocoloniales con Francia, la antigua potencia metropolitana, con quien firmó una “asociación de defensa” en 2009.

Sin embargo, el 2 de marzo Camerún se ausentó de la ONU durante la votación de la resolución que exigía el fin de la ofensiva rusa en Ucrania y el 7 de abril de los que se abstuvo en la segunda votación sobre el mismo asunto.

Estuvo entre los 22 países africanos que votaron en contra de la suspensión de Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.

Pues bien, sólo tres días después de la firma del acuerdo militar en Moscú, Biden concedió asilo político a 40.000 cameruneses huidos de la guerra civil. Además de la guerra contra Boko Haram, en Camerún hay otra contra las comunidades anglófonas desde 2016, en la que casi 200.000 personas han tenido que huir de sus hogares.

Las ONG al servicio de la Alianza imperialista llevan meses pronosticando hambrunas en el Continente Negro como consecuecia de las dificultades de suministro de trigo por la Guerra en Ucrania, pero el Kremlin ha prometido que, en caso de carestía, serán los primeros destinatarios de sus exportaciones. Además, el embajador ruso en Yaundé, Anatoly Bashkin, ha dicho que las remesas de grano no pasarán por ningún intermediario.

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