Los incendios forestales son como la canción del verano y todos los años llenan las páginas de los telediarios, acompañados de la invitable copla del cambio climático. No es ninguna novedad.
La mayor parte de los incendios son consecuencia de actividades humanas, bien deliberadamente o por negligencia. En 2011, un proyecto de investigación financiado por la Comisión Forestal descubrió que más del 90 por cien de los incendios de pastizales en el sur de Gales se registraron a menos de 100 metros de una carretera o derecho de paso público. Esta cifra se elevaba al 99 por cien si se ampliaba la distancia a 500 metros (1).
De los 9,3 millones de hectáreas quemadas en todo el mundo, más de la mitad corresponden a Rusia y recientemente Greenpeace informaba de que nueve de cada diez incendios forestales en Rusia fueron causados por los seres humanos (2).
Ahora bien, si los incedios son consecuencia de una acción humana, la explicación no puede estar en el famoso cambio climático. Sin embargo, en una noticia sobre un desastre natural, como un incendio, no puede faltar el cambio climático. Por ejemplo, lo introducen a través de la sequía. Asociamos mecánicamente un clima caluroso a un clima seco. Pero cuando se produce lo contrario, inundaciones, el argumento sigue funcionando igual porque hay explicaciones que valen para todo, como las rogativas y peregrinaciones. Así han fabricado el mito de los “acontecimientos meteorológicos extremos”.
La BBC asegura que en los últimos 20 años la superficie de bosque quemado casi se ha duplicado (3), lo cual es falso, según el Global Forest Watch (GFW), que utiliza información recogida por satélites en órbita para obtener datos sobre la pérdida de árboles. Este año la alerta de incendios en Rusia está siendo “normal” en comparación con años anteriores, según los datos obtenidos. El año con mayor número de incendios fue 2008 y el de mayor pérdida de cobertura arbórea a causa de ellos fue 2021 (4).
Los datos de GFW proceden de varios satélites y son procesados por el Laboratorio de Análisis y Descubrimiento General de la Tierra (Glad) de la Universidad de Maryland (5), que conviene leer despacio porque vienen acompañados de una serie de advertencias.
Hay lagunas en los registros, que tienen 20 años y sólo mejoraron a partir de 2012. Los cambios en el método cartográfico, dice Glad, pueden dar lugar a incoherencias de un año a otro. Además, los modelos se han iterado para mejorar el rendimiento para el periodo de 2012 y posteriores.
Cuando los datos satelitales mejoraron, aumentaron las pérdidas por incendios en Rusia, que hasta 2001 se habían mantenido estables durante una década. Por lo tanto, no parece que haya más incendios sino que se trata de un artificio contable.
En 2020 la Royal Society constató que no se había producido un aumento global de la superficie total quemada por el fuego en todo el mundo (6).
En 2016, dos académicos de la Universidad de Swansea, el profesor de Incendios Forestales Stefan Doerr y la doctora Christina Santin, publicaron un estudio en el que revelaban que la superficie mundial quemada “parece haber disminuido en las últimas décadas”. De hecho, señalaban que “cada vez hay más pruebas de que el paisaje mundial está menos quemado que hace siglos”.
Doerr y Santin sostenían que el fuego ha sido un factor importante en la dinámica del clima de la Tierra y en el desarrollo de la biomasa desde que se generalizó hace entre 400 y 350 millones de años. Ya dedicamos una entrada anterior a este fenómeno.
Las alarmas sobre el fuego surgieron de los grupos de presión de Estados Unidos, Australia y la Europa mediterránea. Los autores llegaron a la conclusión de que el intento de controlar todos los incendios “ha demostrado ser poco práctico, insostenible y ecológicamente perjudicial en las regiones propensas a los incendios” (7).
A pesar de lo que repitan los telediarios, en el pasado los incendios forestales fueron mucho más devastadores que en la actualidad. En los años treinta se introdujeron mejoras importantes en el control del fuego. El año pasado el National Interagency Fire Center de Estados Unidos eliminó todos los registros anteriores a 1983. Dicen que no tienen datos oficiales antes de esa fecha y así los medios de comunicación pueden afirmar que en Estados Unidos los incendios forestales han aumentado.
(1) https://cdn.forestresearch.gov.uk/2022/02/wildfire_in_wales_final_report.pdf
(2) https://maps.greenpeace.org/maps/research/en/
(3) https://www.bbc.co.uk/news/science-environment-62569394
(4) https://www.globalforestwatch.org/dashboards/country/RUS/
(5) https://storage.googleapis.com/earthenginepartners-hansen/GFC-2020-v1.8/download.html
(6) https://royalsociety.org/blog/2020/10/global-trends-wildfire/
(7) https://royalsocietypublishing.org/doi/10.1098/rstb.2015.0345