Uno de los mayores estrategas del imperialismo, Zbigniew Brzezinski, propone que Estados Unidos llegue a un acuerdo amistoso con Rusia y China. Así lo ha escrito en un artículo publicado por “The American Interest” titulado “Hacia un reorientación mundial”(*). Como suele suceder, casi ningún medio se ha hecho eco de este viraje, que expresa un punto de vista muy importante dentro de los círculos más influyentes de Washington.
Lo mismo que Kissinger, además de dirigir la política exterior de Estados Unidos a finales de los setenta, durante el mandato de Carter, Brzezinski es un teórico del imperialismo estadounidense. Su obra más conocida, “El gran tablero” la escribió para establecer los puntos fuertes de la hegemonía estadounidense. Ahora considera que dicha hegemonía es imposible de sostener.
“Como su era de dominación mundial se termina, Estados Unidos tiene necesidad de realinear la arquitectura mundial de poder. Cinco verdades fundamentales que conciernen a la redistribución emergente del poder político mundial y la explosión de violencia en Oriente Medio señalan la llegada de un nuevo realineamiento mundial. La primera de esas verdades es que Estados Unidos aún son política, económica y militarmente la entidad más poderosa del mundo, pero teniendo en cuenta los cambios geopolíticos complejos en los equilibrios regionales, no es ya la potencia imperial en el mundo entero”, afirma Brzezinski en su artículo.
En contradicción con lo que había escrito tras la caída de la URSS, ahora Brzezinski dice que “nunca hubo una verdadera potencia mundial dominante hasta el surgimiento de América en el escenario mundial […] La nueva realidad mundial decisiva fue la aparición en la escena mundial de América, al mismo tiempo, como la más rica y militarmente como el jugador más poderoso. Durante la última parte del siglo XX ningún otro poder se le ha acercado siquiera. Esta época ha tocado a su fin”, añade en la revista.
¿Qué es lo que ha cambiado? Brzezinski apunta la emergencia de Rusia y China, el debilitamiento de Europa y el despertar político violento de los musulmanes tras el fin del colonialismo.
Sus referencias al islam son significativas, demostrando un conocimiento que va mucho más allá de los tópicos y vulgaridades para el consumo de los periodistas aborregados y las primeras planas. En sus escritos Brzezinski siempre concede una gran importancia estratégica a los países de Asia central y en este caso amplía su propuesta para incluir a Turquía e Irán entre los países con los que Estados Unidos tiene que mejorar sus relaciones diplomáticas.
La clave de su propuesta estratégica ya la apuntó en “El gran tablero”: la esencia de la política imperialista debe dirigirse a tratar de “impedir que los vasallos se coaliguen” o, dicho de otra manera, divide y vencerás. El imperialismo necesita que sus vasallos se mantengan ocupados en interminables querellas intestinas; de lo contrario se volverán en su contra y lo harán, además, unidos.
En los últimos años, Estados Unidos no ha seguido esa pauta. Ha logrado que se formen importantes coaliciones internacionales entre quienes quieren escapar de sus garras y, sobre todo, ha logrado que todos ellos vayan poniendo sus ojos en Rusia como vía de escape frente a la presión de Washington en los terrenos político, económico y militar.
La línea que Hillary Clinton se propone seguir es más de lo mismo, a la vista del discurso que pronunció en 2010, publicado por el revista “Foreign Policy”, en el que introdujo la doctrina del pívot hacia Asia, esencial para entender el desplazamiento del interés del imperialismo hacia el Pacífico. En resumen, decía Clinton, durante años habían invertido un enorme esfuerzo en escenarios como Afganistán e Irak, cuando son los países del Extremo Oriente los que se han convertido en el motor del capitalismo mundial. Estados Unidos debe volcar sus energías en las oportunidades que brindan los mercados más dinámicos del Pacífico.
Estados Unidos desplaza sus fuerzas, pues, de Oriente Medio y Asia central hacia el Extremo Oriente, pero desde luego en ninguna parte del mundo va abandonar ni un ápice de su influencia sin plantar batalla. Es obvio que, como dice Brzezinski, por todas partes se van formando coaliciones en su contra. Progresivamente Estados Unidos se va convirtiendo en un país aislado que no cree en la diplomacia como fuerza porque lo fía todo a su potencia militar. No tiene amigos ni los quiere. Por eso no tiene otra posibilidad que recurrir a la guerra para preservar su hegemonía.
(*) http://www.the-american-interest.com/2016/04/17/toward-a-global-realignment/