El gobierno alemán investiga la posibilidad de que Volkswagen tuviera un cómplice para llevar a cabo la trampa. Se trata de otra gran multinacional alemana, Bosch, que además de fabricar electrodomésticos, también suministra componentes a la industria automovilística.
Bosch tiene 30.000 obreros en todo el mundo y unos ingresos de más de 45.000 millones de euros al año. Si se prueba que Bosch colaboró en la manipulación de los motores de Volkswagen suministrando las componentes para realizar el amaño, la industria alemana se hundirá en una crisis sin fondo.
Al fraude de la marca de coches se suma también el sector financiero, que parece que no es tan boyante como nos venden. Mientras la banca española era rescatada, se puso a la germana como ejemplo de solvencia, pero las necesidades de recapitalización del capital financiero alemán asciende a 13.100 millones de euros.
Deutsche Bank registró pérdidas de 6.000 millones en el tercer trimestre del año pasado y va a acometer un plan de ajuste que se traducirá en 15.000 despidos y un reajuste de la disciplina bancaria.
De 1998 a 2010 los salarios reales de los trabajadores alemanes ha caído un 1 por ciento, por lo que el porcentaje de trabajadores calificados oficialmente como “pobres” ha saltado del 8 al 10 por ciento.
La reducción de los salarios se está produciendo al tiempo que el país carece de fuerza de trabajo, lo que explica la baja tasa de paro y la necesidad de mano de obra inmigrante y barata.