Biografía de Marx (Parte 6)



La crítica del idealismo histórico


Antes de salir de Alemania, Marx contrajo matrimonio con
Jenny von Westphalen, amiga suya desde la infancia, a la que se había prometido
siendo estudiante. Pasó el verano y el otoño de 1843 en Kreuznach, muy cerca de
Tréveris, donde inició la redacción de la Contribución a la crítica de
la filosofía del derecho de Hegel
 (2), publicada en los Anales
Franco-Alemanes
 (3) en 1844 y de la
que se conserva el manuscrito inconcluso.

Esta obra, así como la Cuestión judía, redactada
en la misma época y publicada por el mismo medio, más que una crítica son una
autocrítica que Marx y Engels utilizarán a menudo como manera de jalonar
su propio avance ideológico ajustando las cuentas con su pasado a través de
todos aquellos cuya influencia les había servido para superarse a sí mismos. El
primero tenía que ser Hegel. Ambas obras expresan, por tanto, la ruptura con
Hegel y la adopción de posiciones claramente materialistas. Al mismo tiempo,
son obras que están bajo la influencia de Feuerbach, si bien en ellas Marx va
más allá de lo que Feuerbach había alcanzado: si éste había llevado el
materialismo a la filosofía de la naturaleza, Marx se propuso hacer lo mismo
con la sociedad, siempre bajo la forma de una crítica a las tesis de Hegel al
respecto porque él seguía siendo la referencia.

Lo más destacable es que en ella no se critica la filosofía
hegeliana sino los aspectos históricos y sociales de su pensamiento,
especialmente la religión, el derecho y el Estado. Habitualmente, al traducirse
literalmente, el título en castellano no resume bien el contenido de la obra.
Se trata de una crítica a lo que hoy se conoce como Estado de Derecho en
la forma que Hegel lo expone. Es, por tanto, una obra política más que
filosófica. Marx se encaminaba directamente a sentar los fundamentos del
materialismo histórico porque quería presentar un programa de lucha y de acción
revolucionaria. En una carta a Ruge, en alusión a Feuerbach, le dice
Marx: Hace demasiado hincapié en la naturaleza, sin preocuparse en los
debidos términos de la política. Sin esta alianza, la filosofía actual no
llegará a ser nunca una verdad
. En consecuencia, bajo la expresión
tradicional de filosofía del derecho y otros se escondía la
política, los asuntos sociales.

Al comienzo del manuscrito, Marx introduce en la parte más
especulativa, la crítica de la religión, que va más allá de las críticas
racionalistas de la burguesía ilustrada y demuestra que el poder de la religión
proviene de la existencia de un orden social que niega las necesidades humanas.
Al señalar la benéfica influencia de la crítica de la religión llevada a cabo
en Alemania, Marx indica que la misión de la filosofía avanzada consiste en
convertir la lucha contra la religión en lucha contra las condiciones objetivas
que la engendran, en convertir la crítica del cielo en crítica
de la tierra, la crítica de la religión en crítica del derecho y la
crítica de la teología en crítica de la política. Marx subrayaba que dicha
crítica debía ser efectiva y revolucionaria: Las armas de la crítica -decía
Marx- no pueden, claro está, sustituir a la crítica con las armas; una
fuerza material debe ser derribada por otra fuerza material. Pero también la
teoría se convierte en una fuerza material tan pronto como prende en las masas
.

De las conclusiones a que llegó gracias a su crítica de la
filosofía del Derecho hegeliana, Marx dijo posteriormente, en el prefacio a su trabajo
Contribución a la crítica de la Economía Política
Mi investigación
desembocaba en el resultado de que, tanto las relaciones jurídicas como las
formas de Estado no pueden comprenderse por sí mismas ni por la llamada
evolución general del espíritu humano, sino que radican, por el contrario, en
las condiciones materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel, siguiendo el
precedente de los ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el nombre de
‘sociedad civil’, y que la anatomía de la sociedad civil hay que buscarla en la
Economía política
.

Marx no sólo comienza a interpretar con un criterio
materialista los fenómenos sociales, sino que desarrolla la concepción
materialista del mundo que, antes de él, era mecanicista y metafísica.
Basándose en el materialismo, Marx afirma que una teoría no puede prender en
las masas más que cuando refleja sus necesidades cotidianas y sus intereses vitales.

A diferencia de Feuerbach, que rechaza por entero la
dialéctica de Hegel, Marx procede a revisarla críticamente. El método
dialéctico de Hegel encerraba su médula racional: la idea de desarrollo. Hegel
consideraba los acontecimientos y los fenómenos en conexión e interdependencia,
sometidos a un ininterrumpido proceso de surgimiento, cambio y destrucción;
trataba de descubrir la base de ese desarrollo en la lucha de los contrarios.
El método dialéctico era un método progresista comparado con el método
metafísico, que consideraba el mundo como una aglomeración casual de objetos y
fenómenos sin ninguna relación recíproca, algo inmóvil e inmutable. Pero la
dialéctica de Hegel tenía un defecto: era idealista. Hegel estimaba que la base
del desarrollo de la naturaleza y la sociedad era el desarrollo del espíritu,
de la idea absoluta. Poniéndolo todo del revés, Hegel suplantaba el
desarrollo real por el autodesarrollo de la idea, y la dialéctica
de las cosas por la de las ideas.


En la Contribución a la crítica de la filosofía del
Derecho de Hegel
, Marx señaló por primera vez al proletariado como única
clase revolucionaria capaz de conseguir la emancipación social no sólo de sí
misma, sino de todas las clases de la sociedad. Además, por primera vez,
identifica al proletariado como el motor de la revolución y demuestra que es
una clase que, por su situación, puede y debe ser la portadora de la teoría
revolucionaria, de la filosofía avanzada: Del mismo modo que la
filosofía encuentra en el proletariado su arma material, así también el
proletariado encuentra en la filosofía su arma espiritual
. ¿Dónde reside la
posibilidad real de la emancipación humana universal?, se pregunta Marx, y
contesta: En la formación de una clase atada por cadenas radicales, de
una clase de la sociedad civil que no es ya una clase de ella; de una clase que
es ya la disolución de todas las clases; de una esfera de la sociedad a la que
sus sufrimientos universales imprimen carácter universal y que no reclama para
sí ningún derecho especial, porque no es víctima de ningún desafuero especial,
sino del desafuero puro y simple; que ya no puede apelar a un título histórico,
sino simplemente al título humano; que no se halla en ninguna suerte de
contraposición unilateral con las consecuencias, sino en contraposición
omnilateral con las premisas mismas; de una esfera, por último, que no puede
emanciparse a sí misma, sin emanciparse de todas las demás esferas de la
sociedad y, al mismo tiempo, emanciparlas a todas ellas; que representa, en una
palabra, la pérdida total del género humano, por lo cual, sólo puede ganarse a
sí misma mediante la recuperación total del género humano. Esta disolución
total de la sociedad cifrada en una clase especial, es el proletariado
.

La emancipación del proletariado es indisociable de la
emancipación de toda la humanidad: la clase obrera no se libera solamente de la
explotación; no se establece eternamente como clase dominante; actúa como
representante de todos los oprimidos. No se contenta con liberarse y liberar a
la humanidad del capitalismo, sino que debe permitir a la humanidad superar la
pesadilla que sobre ella hacen pesar todas las formas de explotación y de
opresión que han existido anteriormente. De ese modo formula Marx por primera
vez la idea de la misión histórica del proletariado. El pensamiento de servir a
la humanidad, expresado ya por él en la escuela, toma ahora un carácter
revolucionario más concreto y eficaz. Servir a la humanidad es servir al
proletariado, a la clase más avanzada, más consecuentemente revolucionaria. A
partir de entonces, Marx puso todas sus energías y toda la fuerza de su genio
al servicio del proletariado, cuya misión histórica es la de transformar el
mundo mediante la revolución.

Al plantearse la tarea de someter las instituciones sociales
y políticas existentes a una crítica implacable, Marx empezó por un problema
que se le había planteado ya cuando trabajaba en la Gaceta Renana:
el problema del Estado, de su relación e interdependencia con las condiciones
materiales de vida de la sociedad. Era imposible dar una respuesta a este
problema sin una previa revisión crítica de los conceptos idealistas de Hegel
sobre el Estado y el Derecho. Marx fue el primero en someter estos conceptos a
una crítica científica. El primer filósofo materialista que criticó a Hegel,
Ludwig Feuerbach, cuyos trabajos contra la filosofía idealista contribuyeron a
que Marx abrazase el materialismo, sólo era materialista en la interpretación
de los fenómenos de la naturaleza, pero seguía siendo idealista en la interpretación
de la historia, las relaciones sociales y la política. Aunque valoraba
altamente los méritos de Feuerbach, Marx señaló la limitación e inconsecuencia
de su materialismo. A diferencia de Feuerbach, Marx trataba de elaborar una
concepción materialista consecuente, que no sólo abarcara la naturaleza, sino
también la sociedad.

Con 25 años de edad, antes de conocer a los socialistas
utópicos franceses, Marx miraba mucho más allá del ideal de un régimen político
democrático. Las acusaciones de algunos historiadores acerca de una supuesta
veneración de Marx hacia el Estado, hacia toda clase de Estado, procedente del
hegelianismo, no tienen fundamento. Aunque defendía el sufragio universal y la
república democrática como importantes conquistas políticas, Marx consideraba
al Estado –incluso al Estado burgués con su parlamento- como una institución
transitoria que expresaba la alienación de la sociedad humana. Defendía que el
sufragio universal y la democracia anunciaban la superación del Estado e
incluso de la sociedad capitalista: En el Estado político abstracto, la
reforma del derecho de voto es una disolución del Estado, pero también la
disolución de la sociedad civil
. De forma embrionaria en 1843 perfilaba ya
el objetivo final que ha animado al movimiento comunista en toda su historia: la
desaparición del Estado.

Tanto este manuscrito como sus cartas de esta época muestran
de qué modo Marx se fue convirtiendo en el fundador del socialismo científico y
del materialismo moderno, más rico en contenido y más consecuente que todas las
formas anteriores del materialismo, relaborando la dialéctica hegeliana, con el
fin de unir el materialismo y la dialéctica en una concepción única, dinámica y
científica.

Entre los textos de aquella época destaca la carta a Arnold
Ruge, escrita en septiembre de 1843, en la que Marx reitera que no se trata
simplemente de luchar por una nueva sociedad que sustituya al capitalismo, ni
tampoco de la emancipación de la clase obrera. Marx insiste en que estamos en
los inicios de un despertar de la especie humana. Como dijo Engels más tarde,
para el conjunto de la especie humana se trata de pasar del reino de la
necesidad al reino de la libertad
, de liberar la totalidad de las
potencialidades que el hombre contiene en sí mismo y que se encuentran
amordazadas desde la prehistoria, debido, primero, al débil desarrollo de las
fuerzas productivas y de la civilización y, después, a la existencia de la
sociedad de clases.

Notas

(2) Traducida y
publicada en castellano con notas de Rodolfo Mondolfo por la Editorial Nueva,
Buenos Aires, 2ª Edición, 1968.
(3) Los Anales Franco-Alemanes fueron
publicados en 1970 en Barcelona por el editor Martínez Roca.

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