El 12 de noviembre el gobierno belga firmó una declaración en Belém, Brasil, junto con otros países comprometiéndose “con la integridad de la información y la lucha contra la desinformación climática”. Hasta ahora, unos quince países se han apuntado a la censura.
A partir del año que viene, las radios y televisiones belgas quedarán sometidas à una revisión de sus contenidos en materia meteorológica con el fin de capturar la desinformación, tanto si es voluntaria como si no lo es.
Es el primer paso; el segundo es la susiguiente campaña en la prensa para que para que lectores se alejen de las información que no reciban el beneplácito de la nueva Inquisición. Hace 500 años a estas prácticas las llamaban “nihil obstat”. Cada libro llevaba impresa la bendición de la Iglesia y todo lo demás era obra del demonio, que siempre intenta confundirnos.
“Tendremos que comprender el fenómeno y qué lo alimenta”, subraya Jean Luc Crucke, ministro de Clima que aprobó la iniciativa. “Luego estudiaremos las recomendaciones, cómo podemos reaccionar. Por supuesto, no se trata de sustituir a reguladores existentes como el CSA (Consejo Superior Audiovisual) y los consejos de ética, ni de controlar la prensa, sino más bien de ayudarles a armarse contra el fenómeno”.
En última instancia, el ministro prevé la creación de un observatorio de la desinformación climática y, como es natural, no descarta un refuerzo de las amenazas y castigos. Vovemos a los tiempos de los “maleus maleficarum” y quizá los negacionistas deban acabar en el mismo sitio de siempre: en la hoguera.
El clima ya tiene sus inquisidores, que se suman a los de las vacunas, los prorrusos y demás. La caza no ha hecho más que empezar y debemos agradecer a los gobierno europeos por evitar que caigamos en pecados y errores de todo tipo.
—https://www.lesoir.be/711950/article/2025-11-19/la-belgique-la-chasse-la-desinformation-climatique