La actual lucha de los trabajadores del servicio británico de salud (NHS) por la mejora de sus salarios afecta a 1,6 millones de trabajadores. La batalla salarial está inextricablemente ligada a la batalla por salvar y restaurar el NHS como servicio público de libre acceso para todos. Los recortes de los salarios reales, el aumento de la carga de trabajo y los casi tres años de represión laboral durante la pandemia han dejado al NHS con 130.000 puestos de trabajo sin cubrir sólo en Inglaterra. Faltan un 12 por cien de enfermeros y un 7 por cien de médicos.
Estas carencias se han combinado con déficits similares, pero más graves, en el sector de los servicios sociales (165.000 trabajadores menos) y una inversión insuficiente en edificios y equipos, lo que ha dado lugar a listas de espera interminables. Las largas esperas son ya habituales, incluso para la atención de urgencia: las ambulancias están aparcadas fuera de los hospitales esperando a que ingresen los pacientes y a menudo no están disponibles para acudir a las emergencias.
El personal sanitario y los trabajadores de las ambulancias se preparan para ir a la huelga a partir del jueves. Pero la reivindicación de un salario digno para el personal sanitario, un aumento del presupuesto del NHS y la lucha contra su privatización no es sólo para los trabajadores del NHS, sino para toda la clase obrera.
Los enfermeros del Servicio Nacional de Salud han votado mayoritariamente, por primera vez en 106 años del Colegio de Enfermería, a favor de un calendario de jornadas de huelga hasta enero.
La semana pasada el sindicato GMB y Unison, un sindicato de servicios públicos con 1,3 millones de afiliados, anunciaron que apoyaban la huelga en las empresas de ambulancias de Inglaterra y Gales. Los trabajadores de la sanidad tienen previsto formar piquetes para extender la huelga. El gobierno sabe que, una semana antes de Navidad, los piquetes de los trabajadores supondrían un desastre político. Las encuestas muestran que más de la mitad de los ciudadanos apoyan la huelga de los trabajadores.
Unos 70.000 trabajadores y docentes universitarios se declararon en huelga recientemente, organizando manifestaciones masivas en apoyo a los trabajadores.
La movilización del ejército contra los trabajadores
Ante la avalancha de movilizaciones, el Primer Ministro, Rishi Sunak, prepara nuevas leyes para “proteger a los ciudadanos de las huelgas”. Es un auténtico estado de excepción, con poderes de emergencia y la posibilidad de despedir a los huelguistas. Las leyes antisindicales se sumarían a las medidas para prohibir las protestas y manifestaciones en las calles.
El periódico The Sun informó el 3 de diciembre: “Rishi Sunak está considerando nuevos ‘poderes de emergencia’ para poner fin a un invierno de huelgas. Downing Sreet ha pedido a los ministros que frenen los intentos coordinados de los sindicatos de paralizar Gran Bretaña”. El artículo continúa diciendo: “Se añadirían medidas a la legislación que actualmente tramita el Parlamento para garantizar un nivel mínimo de servicio en los días de huelga en sectores clave, como el ferroviario. El paquete podría incluir facilitar a los empresarios la sustitución permanente de los huelguistas”.
Según el Times, las huelgas son “una prueba que Rishi Sunak y los conservadores no pueden permitirse fallar”. En un editorial sostiene que los conservadores deben demostrar que son capaces de enfrentarse a los grandes problemas. Y que “no hay reto más urgente que evitar la oleada de huelgas que amenaza con paralizar gran parte de los sectores público y privado”.
La decisión del gobierno de “exigir a los sindicatos que garanticen un nivel mínimo de servicios durante las huelgas es alentadora”. Según el Times, obligar a los trabajadores a prestar servicios los días de huelga podría conllevar “fuertes multas para los sindicatos que no cumplan sus exigencias”. Existen “razones para ampliar las obligaciones de nivel de servicio mínimo a sectores como el de enfermería”.
El redactor jefe del Telegraph, Ben Marlow, ha escrito: “El gobierno debe mantenerse firme y enfrentarse a los sindicatos. Es imperativo que los ministros aceleren la legislación sobre servicios mínimos para que la mayoría del país no pueda seguir siendo rehén de las tácticas de intimidación de una minoría, dispuesta a todo para llevarla a la ruina”.
La cadena Sky ha anunciado la movilización de 2.000 soldados por parte del gobierno para garantizar la posible conducción de ambulancias.
‘Las huelgas benefician a Putin’
90 representantes del CWU, el Sindicato de Trabajadores de la Comunicación, se enfrentan actualmente a graves acusaciones que han dado lugar a suspensiones y denuncias a la policía.
Los ministros aconsejan a los empresarios que se resistan a cualquier acuerdo laboral que los sindicatos puedan presentar como una victoria.
El pasado fin de semana Nadhim Zahawi, presidente del Partido Conservador, dijo que “esta huelga es exactamente lo que Putin quiere”. El Primer Ministro Sunak dice que todo el país debe presentar un frente unido a la guerra en Ucrania y que los trabajadores en huelga estaban dividiendo al país.
Pauline, enfermera de salud mental en Escocia, comentó: “Es deplorable utilizar a los trabajadores del NHS como peones en sus maniobras bélicas. Quieren desviar su propia implicación en la escalada de la guerra contra el esforzado personal del NHS y de enfermería». Pauline añadió que las huelgas forman parte de la defensa del sistema público de salud.
“Cuando los salarios no reflejan las cualificaciones y caen por debajo de la inflación cada año, es imposible retener y contratar personal. Algunos de los empleos requieren cuatro años de formación antes de poder empezar a trabajar. La falta de personal es peligrosa y desmoralizante. Significa que no se pueden alcanzar los niveles de atención que queremos ofrecer. Como resultado, la gente muere porque la falta de personal cualificado hace que no puedan recibir la atención adecuada”, añade la trabajadora.
El gobierno responde que no tiene recursos para pagar más a los trabajadores de la sanidad, pero el sueldo de los grandes jefes ha aumentado un 23 por cien este año. El año que viene el gobierno gastará 100.000 millones de libras (casi tanto como todo el presupuesto inglés de salud) en el servicio de la deuda de los grandes financieros que poseen bonos del Estado.
El problema de una población desideologizada es que, aún llegando a movilizaciones del tipo que sea (manifestaciones, huelgas, cortes de carreteras, o cualquier otra) … ¡no saben qué pedir!
Los que piden frases hechas y generalidades, como «más justicia social», «más derechos», «libertad», «vida digna», «mayores salarios», «prestaciones sociales», están, en realidad, pidiendo lo mismo que ya promete cualquier partido político; ¿por qué, entonces, no arreglar sus carencias votando?.
La cuestión no está en que el pueblo pida mejores resultados de las políticas (como precios más baratos para el coste de la vida, o vivienda digna), sino políticas concretas (como limitar por ley la riqueza máxima que un particular puede tener, para que así las corporaciones no tengan el poder de especular con nuestros recursos) e incluso una mayor (mucho mayor) participación en las decisiones que les atañen.
Pero, claro, hacer todo esto pinta muchísimo más complejo y trabajoso que, simplemente, pedir mejores salarios. De modo que así terminamos todos: meramente pidiendo más dinerico, pero para mí.
Estas son las consecuencias de toda una vida presumiendo de ser apolíticos, no queriendo saber de nada (de nada relevante; del fútbol, de Gran Hermano o de otras naderías sí que queríamos saber mucho), y echando nuestra risilla burlona respecto del que nos hablaba de cuestiones políticas.
Así que está claro que nos toca empezar, aunque sea a marchas forzadas, por comprender cómo es el mundo a nuestro alrededor, porqué falla el Sistema, cómo nos han engañado y qué alternativas existen. Esto es: ideologizarnos.
Cita:
«El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los garbanzos, del pan, de la harina, de la ropa, de los zapatos y de los medicamentos, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.»
[Bertolt Brecht – Poeta Alemán]