El atentado parece obra de los yihadistas uigures, un movimiento promovido por el imperialismo que aboga por la independencia del Turkestán chino.
En los últimos años, las provocaciones contra China han aumentado significativamente. Después de la grave situación vivida en Hong Kong con los escándalos de la oposición, que fue aplacada con la intermediación de los servicios de inteligencia chinos, se activó una intensificación de la situación en Taiwán. Sin embargo, sin apoyo externo, Taiwán no representa un factor de desestabilización grave. Tal vez por eso ahora han reactivado a los uigures.
El 29 de agosto se produjo un atentado suicida con coche bomba contra la embajada china en Bishkek, capital de Kirguistán, provocando heridas en al menos tres empleados del complejo y la muerte del propio conductor. El kamikaze embistió las puertas de la embajada china con un vehículo cargado de explosivos.
Xinjiang ha sucedido al Tibet en los planes de desestabilización de China. Desde la celebración de las Olimpiadas, los yihadistas uigures vienen lanzando una serie de ataques contra la población civil, especialmente el estallido de varias bombas en un mercado callejero de Urumqi, capital de la región.
Desde 2014, docenas de personas han muerto y varios cientos han sido detenidos en China acusados de terrorismo. La policía calcula que miles de yihadistas uigures están combatiendo en Siria en las filas del Califato Islámico.
El año pasado Kirguistán también llevó a cabo numerosas operaciones antiterroristas en Bishkek y uno de los tres autores del atentado contra el aeropuerto de Estambul, que dejó 44 muertos y 240 heridos, procedía de Kirguistán.